LA TRADICIÓN ORAL – Planeta Sostenible

LA TRADICIÓN ORAL

Por Juan Francisco Bascuñan Muñoz

* Texto leído a propósito de la presentación del libro El Soldado y la muerte de Alexsandr Afanásiev, editado por KRAKOVIA PRODUCCIONES.

Muchas veces me he preguntado:
¿Dónde nacen exactamente los cuentos?
¿Existe alguna versión original de ellos escondida en alguna cueva milenaria?
¿Cómo fue la primera vez que fue contada una historia?, ¿había un sabio, un rey, un zar?
¿Porqué hay historias similares que se cuentan en distintos lugares del mundo,  sin que haya una conexión conocida entre sus habitantes?
¿Quien contó por primera vez la historia del Soldado y la muerte, recopilada por A. Afanasiev?

Todas estas preguntas me llevan a su vez a preguntarme si realmente existe un autor: alguien que de la nada inventa algo…

¿Será posible eso?, ¿inventar algo?o no será mas bien que solo re-creamos una gran historia arquetípica, re-contamos capítulos de una novela universal, que solo revelamos o develamos un guión que está escrito en todos lados y en todos los tiempos y que se experimenta a si mismo a través de canto de un pájaro, del susurro humano en una esquina cualquiera, en la sensación de soledad que nos deja la pluma de un pájaro que cae en la noche (V. Huidobro, Altazor).

Parece ser que son los llamados “artistas”  -esos seres sensibles- los que pueden ver y escuchar estas señales y, porque pueden verlas y escucharlas -a diferencia del común de la gente-,pueden contarlas a través de una historia, poniéndolas en la mente y los corazones de los otros.

En este contexto, pensar que existe un creador y darle a este derechos exclusivos como dueño de la creación parece iluso, infantil…

Y esto no es menor porque uno de los pilares del sistema económico actual es la institución de la  propiedad intelectual que en definitiva permite apropiarse de algo que parece ser colectivo, de beneficio común y además, por naturaleza intomable,porque las historias siempre se están descubriendo, escuchando, observando.No existen fuera de la cabeza de sus escritores-lectores, las historias nunca están terminadas.

Esta opinión seguramente asustaría a la OMPI, Organización Mundial para la Propiedad Intelectual y haría caer varios tratados de libre comercio pues el requisito básico para la firma de estos, es el reconocimiento de la propiedad intelectual que poseen las empresas y estados más poderosos.

Pero lo que digo, no está tan alejado de la actual discusión internacional, en el seno mismo de la OMPI se está discutiendo hoy un tratado internacional que tiene por objeto proteger los conocimientos tradicionales (saberes, historias, conocimientos indígenas sobre medicina natural, en alimentación, etc.) y lo que se está discutiendo es como proteger algo colectivo, inmaterial que no se rige por la lógica de la apropiación individual sino por la cooperación y se discute también

como se le paga a los titulares de esos conocimientos tradicionales, -generalmente pueblos originarios-  por el uso de estos conocimientos que hace por ejemplo la industria farmacéutica al fabricar remedios basadas en los saberes tradicionales

Pero bueno, volvamos a Afanasiev y a la tradición oral.

En ella, en la tradición oral, las historias están en potencia, todo es posible, todas son posibles versiones de la historia relatada, que conservada por escrito de manera provisional, queda a la espera de que el lector  le de vida al leerla y transformarla al contarla de nuevo.

En la tradición oral,  la invitación es a la lectura escritura, como dice Fidel Sepúlveda, en el sentido que toda lectura exige ser complementada por una escritura.

Todo texto es apenas un boceto que pide al lector su contingencia y sensibilidad para continuar la escritura.

Por ello, -los cuentos de la tradición oral- perduran en el tiempo, porque se rehacen en cada relato, en cada recontada, como la hace ahora Krakovia Producciones al editar el libro que presentamos,el que  recuenta una historia de la tradición oral rusa.

Cada uno de nosotros incorpora en esas recontadas, su visión de la vida, de la muerte, del espacio, del tiempo, vamos haciendo una lectura critica eliminado lo no significativo, así vamos puliendo la obra, incorporando lo vital y así la historia se va entretejiendo en nuestra vida, con otras vidas y va formado parte de un tejido más amplio, que podemos llamar la cultura y así, sin darnos cuenta estas historias muchas veces recontadas se van convirtiendo en un espejo de nosotros, de nuestra sociedad, un espejo que nos permite vernos, leernos y asumirnos en nuestra historia e identidad.

Entonces, desde esta óptica, parece injusto tratar  a la tradición oral como hermana menor de la grandes artes, y ese tratamiento injusto lo hacemos cada vez que hablamos de artesanía en vez de arte, de cosmología en vez de filosofía,pareciera que el mundo de la oralidad perteneciera al iletrado y, la alta literatura, al culto.

Gran error, para que haya luz se necesita sombra. Todas las representaciones culturales, como dice Ramanujan (2005) pueden considerarse como una serie transitiva, una “escala de manifestaciones” que reaccionan unas ante otras al estar trabadas en relaciones dialógicas permanentes y dinámicas.  Lo oral y lo verbal, el pasado y el presente, lo clásico y lo folclórico son un continuo de relaciones mutuas.

Por ello los textos son a la vez contextos y pretextos de los textos. Por ello, los textos del folclore están presentes detrás, debajo y alrededor de los demás textos de la sociedad y en todos sus estratos, no solo en el ámbito rural y entre los iletrados.

Todo esta impregnado de tradiciones orales, creencias, chistes que aun no se encuentran en los libros pero que viven dentro de cada uno de nosotros.

Y esto que ahora se reconoce por los estudiosos fue visto por seres visionarios como Afanasiev o  Violeta Parra en Chile. Se adelantaron a recopilar lo que ellos ya sabían eran tesoros  vivos y los dispusieron de nuevo al público, de manera ordenada, para que siguiéramos reconstruyendo las historias en otro tiempos, en otras contextos.

Y Francisco Bassinana (Director de Krakovia Producciones) como un werken mapuche, es decir un mensajero, ha hecho el enorme trabajo de ir a buscar estos textos,  traducirlos e ilustrarlos,  regalándonos una obra que recopilada al otro lado del mundo vuelva a nacer aquí,  en este  pequeño país que llamamos Chile.

Fuentes:

CUENTOS FOLCLORICOS PARA NIÑOS, FIDEL SEPÚLVEDA, EDITORIAL ANDRÉS BELLO (2010)

CUENTOS POPULARES DE LA INDIA, EDICIÓN DE A.K. RAMANUJAN, SIRUELA (2005)

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