Como dice el nuevo libro de Planeta Sostenible, “Plasticón y la invasión bolsígena”, los plásticos nos han “impuesto su reino”. Han invadido distintos ámbitos de nuestra vida, en los cuales los tenemos totalmente incorporados: envases de todo tipo, botellas, cepillos de dientes, ropa, utensilios de cocina y aseo, cajas para guardar, artículos para celebrar cumpleaños infantiles, juguetes, y también formando parte de un sinnúmero de aparatos eléctricos (incluyendo el computador o el celular en el que lees estas líneas). Es tal la invasión de los “bolsígenos” que es difícil imaginar nuestra cotidianeidad sin ellos.
Sin embargo, su impacto ambiental es enorme, noticia que nos llega desde muchas partes del planeta y que cada vez es más escuchada, sobre todo por las generaciones más jóvenes. A pesar de esto, un gran porcentaje de la población sigue sin desarrollar conciencia respecto al impacto de los plásticos en el medio ambiente, en la naturaleza, por lo tanto, no se comprometen con la disminución de su consumo o, al menos, con su reciclaje.
El uso de este material suele ser muy breve, llegando al extremo de un uso único en una gran cantidad de artículos, como por ejemplo, bolsas de compras u otro tipo de embalaje; bombillas desechables; servicios, platos y vasos para las celebraciones; bandejas para venta de productos comestibles o para su consumo directo; botellas de agua u otros bebestibles. La lista es larga…
Ante esto es imperioso reflexionar acerca del uso que le damos al plástico: por ejemplo, podría ser plenamente justificable seguir ocupándolo en las jeringas desechables, porque es más seguro desde un punto de vista sanitario. Pero ¿es necesario que las lechugas se vendan en una bandeja plástica?, ¿es inevitable comprar una botella de agua en cualquier momento, si podemos llevarla desde casa?, ¿es indispensable que los juguetes sean plásticos?, ¿no pueden, acaso, ser de madera, metal, trapo o lana? Estos materiales son más nobles y también más duraderos. Muchos juguetes plásticos tienen una corta duración y se convierten rápidamente en basura. Muchos envases podrían volver a hacerse con papel y cada uno podría acostumbrarse a portar su botella con aquello que desea beber mientras recorre la ciudad.
Por otra parte, está el tema del costo: el plástico es barato y esto, sin duda, lo hace muy atractivo. Ante esto cabe preguntarse ¿por qué es barato? Por la materia prima y el proceso de producción, así como también porque es liviano, lo que baja el costo del transporte; pero ya es hora de incorporar en el costo de las cosas los impactos del proceso de producción, así como también los impactos que genera la disposición final de sus desechos. Hasta ahora es barato, porque nadie incorpora el impacto que produce el plástico desparramado por la naturaleza: encontramos desechos de este material hasta en el último rincón de nuestro planeta, lo que además de ser feo, produce daños directos a muchos animales que se los comen, que se enredan en él, dañando sus patitas y hasta causándoles la muerte por asfixia o intoxicación. ¿Por qué ellos tienen que pagar por el beneficio que nos produce a nosotros el plástico? ¿Qué se necesita para parar? ¿Cuál es la señal que tú, que estás leyendo estas líneas, requieres para que algo haga “clic” en tu interior y cambies tus hábitos de consumo? Si cada vez más personas toman decisiones de compra que incluyan estos aspectos, se puede generar un cambio en la oferta de productos: si nadie compra la lechuga que trae una innecesaria bandeja plástica, ¡¡los vendedores de lechugas dejarán de ponérselas!! ¿No nos hemos dado cuenta del poder que tenemos como consumidores?: es momento de iluminar nuestras decisiones de consumo con conciencia y responsabilidad, pensando no solo en nuestro beneficio y facilidad actual, sino también en lo que dejaremos como planeta, como “casa”, a nuestros hijos y nietos, y a sus hijos y nietos…. No fuimos los primeros, pero tampoco seremos los últimos en habitar este planeta…
Pero… ¿cómo cambiar nuestros hábitos de consumo por unos más sustentables en el tiempo? Los hábitos en general son difíciles de modificar cuando somos adultos. Es por esto que la clave está en los pequeños: ellos están en pleno proceso de formación de hábitos, por lo tanto, nuestro esfuerzo como adultos responsables debe enfocarse en que estos hábitos que están formando sean sustentables. Niños y niñas son como esponjas que absorben fácilmente estas nuevas prácticas más amigables con el medio ambiente. En este sentido el libro “Plasticón y la invasión bolsígena”, un simpático cuento protagonizado por animales afectados por la contaminación de los plásticos, y por niños y niñas comprometidos con el medio ambiente, es una excelente herramienta para mostrar algunas formas de ayudar a disminuir el problema, con las 3R: reducir, reutilizar, reciclar. Y este es el orden: lo primero es tratar de reducir la cantidad de plásticos; si no podemos reducir, entonces la idea es reutilizar los desechos, dándoles nueva vida, otros usos; si esto tampoco es posible, entonces hay que llevar los desechos hasta un lugar donde se harán cargo de reciclarlos. A pesar de esto, es importante considerar que no todos los plásticos son factibles de reciclar y, más aún, no todos se reciclan en nuestro país. Ante esto, surge la importancia de informarse: buscar los “puntos limpios”, centros de acopio de desechos reciclables y aprender qué tipos de plástico existen, cómo los puedo reconocer y si en mi localidad son realmente reciclados. ¡¡Que un envase plástico sea reciclable en Europa no sirve!! Tengo que saber si es reciclable donde yo vivo y entonces sí será algo real, factible.
La experiencia de muchas personas que han incorporado en su vida cotidiana la separación de residuos para el reciclaje, así como también de los desechos compostables (acerca de lo cual podremos escribir más adelante), es que una vez que tomas realmente conciencia del problema y de la posibilidad de hacerte parte de la solución, ya no puedes parar de hacerlo: es cuando te has convertido también en “agente 3R encubierto”. ¡Todos podemos lograrlo!
El libro “Plasticón y la invasión bolsígena” está disponible en versión impresa en la tienda de Planeta Sostenible, en formato libro digital en la Biblioteca Digital Escolar (próximamente también en formato audiolibro), y ahora también en formato de videocuento. Considerando la situación de pandemia actual y las medidas sanitarias que esta conlleva, Planeta Sostenible ha hecho el esfuerzo de incorporar estos nuevos formatos multiplataforma, para poder llegar a más niños y niñas, contribuyendo de esta manera a acompañarlos en estos tiempos complejos y a enriquecer su vida con nuevos aprendizajes acordes a los tiempos. En esta ocasión en particular ponemos a disposición de la comunidad libremente el acceso al videocuento, el primero, pero con toda seguridad, no el último. El camino hacia los formatos híbridos recién comienza.
Para ver el videocuento pinche aquí
Más información acerca del libro en nuestra tienda digital