Docente e investigadora en temas relacionados con la Educación Artística posmoderna, multiculturalidad y prácticas docentes, conversamos con la Doctora en Didáctica de la Educación Artística, Daniela Cobos Bustamante, sobre las implicancias que puede tener la Educación Artística en la formación de personas integrales, orientadas a un mundo enfocado al desarrollo humano.
¿De qué manera nos aproximamos al mundo en una primera etapa? ¿Cómo nuestros sentidos se desarrollan (o no) dentro del marco educacional en el que vivimos insertos? Estas son algunas preguntas que forman la base del posicionamiento que busca la Educación Artística en el mundo, apoyado por la misma UNESCO luego de la firma de la Agenda de Seul, en 2010. “La Educación Artística no complementa la formación de los niños/as y jóvenes, sino que es un ámbito imprescindible en el desarrollo humano”, afirma la investigadora chilena Daniela Cobos, licenciada en Arte con posgrados en Teoría e Historia del Arte y Doctora en Didáctica de la Educación Artística.
Docente de la Pontificia Universidad Católica de Chile, se ha desempeñado como Subdirectora de Educación Media, Jefe de Departamento de Artes y profesora de Artes Visuales a nivel escolar, así como también profesora de Estética y Didáctica de la Educación Artística en educación superior. Frente a este historial académico, Daniela Cobos tiene una voz fuerte para hablar del estado de la Educación Artística en nuestro país, y su importancia a nivel de formación.
“Tal como plantea Eisner, nosotros entablamos una relación con el entorno desde nuestro sistema sensorial… ¡Y en eso las artes son expertas!”, afirma. Explica que niños y niñas desde el inicio se vinculan con su entorno desde experiencias cualitativas, es decir, aprenden oliendo, tocando, probando, olfateando, oyendo, entre otras acciones. “Justamente, dentro de los aspectos fundacionales de las artes hay experiencias perceptivas que estimulan el desarrollo de muchas de estas habilidades, especialmente si colocamos al niño en un rol de creador y de espectador; la educación artística debiera promover experiencias articulando ambos roles”, afirma.
La experta aprovecha de comentar un hecho que hoy le preocupa: la tendencia a observar una educación artística estereotipada. “Tanto a nivel de prácticas (arte que solo divierte), como en las narrativas visuales y culturales presentes en el aula (construcción de realidad desde dibujos animados como Disney, y/o representaciones sexistas de lo que es ser niño o niña), lo que genera un conocimiento artístico visual alterado desde la primera infancia, y en eso las educadoras y las familias tienen una gran responsabilidad”, apunta.
Otro aspecto que destaca dentro del aporte de la Educación Artística es el hecho de que vivimos en una época donde la visualidad es parte de nuestra vida diaria: “Los niños y jóvenes son constructores de cultura visual, y eso debiera verse fortalecido en la escuela (…) Las artes permiten que los jóvenes se expresen, y mientras más medios de expresión conozcan y experimenten, las posibilidades de crear aumentan”.
La situación chilena
Si bien declara que no podría aseverar que la Educación Artística ha sido segregada del curriculum escolar nacional, Daniela Cobos considera que “ha sido comprendida con poca profundidad o se ha definido desde estereotipos”, y agrega que “esto se ha visibilizado porque históricamente el currículum escolar chileno ha definido las artes desde dos ámbitos: artes visuales y música, dejando de lado el teatro, la danza y otros tipos de expresión artística, lo que sin duda ha presentado al sistema escolar a las artes de manera sesgada, fragmentada e incompleta”.
La formación docente tampoco contribuye a posicionar de mejor manera la educación Artística en Chile, señala Daniela Cobos, quien entrega algunas cifras: Hoy hay un 70% de profesores sin mención realizando clases de artes (OEI, 2011), y un 70% de los programas universitarios de pedagogía en educación básica cuenta con un número insuficiente o nulo de cursos vinculados a Artes Visuales o Música (CIDE, 2014). “Por lo tanto, los más perjudicados con todo esto son los niños y jóvenes que asisten a escuelas municipales, quienes además de ver vulnerados sus derechos de forma constante”, asegura la investigadora.
Considerando este escenario, hace unos años se han creado programas especiales a nivel gubernamental, orientados a reforzar este aspecto educacional. Cobos destaca en este contexto, iniciativas como la Semana de la Educación Artística y el Plan Nacional de Artes en la Educación 2015 – 2018, cuya hoja de ruta está basada en las ideas de la UNESCO expuestas en la Conferencia Mundial sobre la Educación Artística (Seúl, 2010) y también los diferentes proyectos del Consejo de Cultura.
“Con respecto al aporte de estas iniciativas, es evidente que es enorme: visibilizan a las artes a nivel nacional y permiten que se conozcan diferentes experiencias, que se enriquezcan espacios educativos geográficamente marginados, que se democratice el acceso al arte y la cultura, que se actualicen prácticas, que se materialicen redes de colaboración, entre otras”, señala, aunque añade que para enriquecerlos a largo plazo, sería recomendable “basar los proyectos en evidencias de investigaciones y procesos de observación directa y participante, para saber qué se requiere en el ámbito de Educación Artística chilena”, entre otros aspectos.
Crear para crecer
Por otro lado, para Daniela Cobos, en el camino hacia el desarrollo de la Educación Artística la familia tiene una función muy importante: “Podría plantear la reflexión más bien como la diferencia entre un niño que recibe una educación artística de calidad en la escuela y la casa, con otro niño en cuya casa y escuela no recibe educación artística de calidad”.
Frente a esto, plantea, un niño/a que no recibe educación artística de calidad se convierte en un posible analfabeto, ya sea visual, musical, corporal, etc. “En el ámbito del lenguaje, el analfabeto es aquel sujeto que no sabe leer ni escribir, lo que en arte vendría ser alguien que no posee las herramientas para expresarse y tampoco logra comprender, reconocer y valorar los acontecimientos artísticos a los cuales a diario se ve expuesto”, explica. En ese sentido, un analfabeto visual sería incapaz de participar activamente en su cultura.
Una situación que en su conjunto, podría también tener implicancias a nivel global. Esto porque el Arte también sirve de complemento al desarrollo de la sociedad, en aspectos como el fomento a la multiculturalidad. Según Daniela Cobos, las artes son un fenómeno multicultural desde su origen, por lo que la Educación Artística emerge como un espacio de conocimiento y experiencias que debiera incluir en su “pack de referencias” la mayor cantidad de contextos y culturas posibles.
“En este sentido, la Educación Artística puede promover la diversidad cultural y desarrollar habilidades multiculturales, suscitando en los estudiantes una actitud crítica, dando cuenta de que todos somos fruto de diferentes procesos migratorios y de mestizaje cultural, más aún cuando hoy en Chile el porcentaje de inmigrantes es cada vez más alto”, reafirma.
Al cierre, podemos concluir que si bien se ha avanzado, todavía queda mucho camino por recorrer para lograr, en nuestro país, una Educación Artística inclusiva, completa y al alcance de todos. Una labor compleja pero emocionante, si consideramos los múltiples beneficios que el Arte puede aportar especialmente en quienes están en etapa de formación. “Yo diría que una experiencia relevante que ofrecen las artes es sensibilizar con respecto a lo que pasa en nuestro entorno, especialmente en un momento en donde la economía pareciera manejar nuestras vidas y el dinero comprar nuestra felicidad”, argumenta Daniela Cobos y concluye: “La acción artística revela las particularidades de las diferentes comunidades, y reconocerlas o participar de ellas permite que nuestros niños y jóvenes, como dice Imanol Agirre, amplíen su sensibilidad hacia la contingencia del otro y con ello ampliar el nosotros”.