La importancia de los primeros años de vida para la educación de niños y niñas, ha sido destacada por estudios provenientes de diversas áreas. Neurociencia, sociología, psicología, ciencias de la educación, entre otros sectores, avalan la necesidad de enfocar esfuerzos en incentivar el aprendizaje y la capacidad de aprehender conocimientos en los más pequeños, acercándose a ellos principalmente a través del juego.
En mayo de 2015, la UNESCO, UNICEF, el Banco Mundial, el UNFPA, el PNUD, ONU Mujeres y el ACNUR, organizaron el Foro Mundial sobre la Educación 2015 en Incheon (República de Corea). Participaron más de 1.600 personas provenientes de 160 países, entre los cuales se contaban 120 ministros, jefes y miembros de delegaciones, jefes de organismos y funcionarios de organizaciones multilaterales y bilaterales, así como representantes de la sociedad civil, la profesión docente, los jóvenes y el sector privado. Todos ellos aprobaron la llamada Declaración de Incheon para la Educación 2030, en la que se presenta una nueva visión de la educación para los próximos años.
Entre otros puntos, esta declaración destaca que “el nacimiento, la atención y educación de la primera infancia (AEPI) sienta las bases del desarrollo, el bienestar y la salud a largo plazo de los niños. La AEPI forja las competencias y aptitudes que permiten a las personas aprender a lo largo de la vida y ganarse el sustento”. Agrega que las inversiones dirigidas a los niños pequeños, en particular los de grupos marginados, dan los mejores resultados a largo plazo en cuanto a desarrollo y educación.
Esto porque, destaca, es en los primeros años de vida cuando tiene lugar el desarrollo más importante del cerebro y cuando los niños comienzan a entrar en una fase intensa de construcción de significados acerca de sí mismos y del mundo que los rodea, “sentando así las bases para llegar a ser ciudadanos sanos, solidarios, competentes y productivos”.
Ahora bien, considerando que existen escenarios socioeconómicos dispares, además de diversidad cultural y de diversa índole, ¿cómo trabajar por lograr una educación de calidad en los primeros años de vida a nivel global? Una de las claves estaría en el juego.
La teoría del juego guiado
Kathy Hirsh-Pasek, doctora de la University of Pennsylvania y Co-director del Infant Laboratory del departamento de psicología de la Universidad de Temple, es una de las defensoras del juego como herramienta educativa, afirmando en sus conferencias que las diversas estrategias que combinan el juego y el esfuerzo estructurados son aceleradoras efectivas para el aprendizaje de los niños en el colegio y su desarrollo a largo plazo.
En su artículo “Guided Play: Principles and Practices” enfocado a lo que llama “Juego Guiado” (2016, publicado en y coescrito con Deena Skolnick Weisberg, Roberta Michnick Golinkoff, Audrey K. Kittredge y David Klahr ) señala que es importante generar experiencias de aprendizaje que combinen la capacidad natural de los niños al juego libre, con la entrega de contenidos. Esto a través de la orientación de un adulto. “Los niños prosperan cuando participan en el juego libre, lo que implica un compromiso activo, y es divertido, voluntario y flexible”, afirma.
Agrega que más allá del juego, los niños necesitan apuntar hacia dimensiones relevantes de un problema para aprender. Y por eso el juego guiado combina “los mejores elementos del juego libre y de las instrucciones directas: la autonomía infantil y la experiencia de los adultos”. Esto, señala, entrega un medio óptimo de entrega de contenido educativo, de una forma que los niños disfrutan y que incorpora parte de su naturaleza, al tiempo que dirige sus actividades para facilitar el aprendizaje.
De hecho, comenta a modo de conclusión que los nuevos planes de estudios podrían basarse en el éxito de programas que ya implementan aspectos del juego guiado, como Montessori, la filosofía de Reggio Emilia, Tools of the Mind (https://toolsofthemind.org/), y Community of Learners, entre otros.
Juego y desarrollo
La importancia del juego ha sido destacada incluso por la UNICEF, manifestando que “el juego es una herramienta fundamental de aprendizaje y ayuda en los procesos de socialización, en el fortalecimiento de la autoestima y en la generación de afectos”.
Más allá de la teoría, de hecho, en Chile funciona el Programa de Apoyo al Aprendizaje Integral (PAAI), creado al alero de Chile Crece Contigo, enfocado a entregar a niños/as de 4 a 5 años espacios y materiales destinados al juego y la estimulación, para contribuir a su desarrollo integral.
Este material, que se comenzó a entregar a principios de 2017 en establecimientos educacionales municipales que forman parte de la extensión de Chile Crece Contigo, se le conoce como “Rincón de Juego”, y está ideado para que niños y niñas puedan jugar en sus hogares de manera guiada. Además el programa considera material audiovisual para un mejor uso de los implementos.
En términos prácticos, el “Rincón de Juego” consta de una estructura blanca de cartón totalmente personalizable, que además tiene una carpa de tela y una pizarra reversible. Está diseñado para promover el juego en sus hogares y se puede usar como teatro de títeres, guarida o tienda, por ejemplo; lo que ayudará a desarrollar sus habilidades y talentos y potenciar su pensamiento creativo.
Una labor que, por supuesto, depende en gran medida de los padres y madres, quienes cumplen una crucial tarea, que va desde permitir espacios de juego, hasta compartir con sus hijos algunas instancias de este tipo. Un desafío que, más allá de la evidencia científica y teórica, implica la validación de una etapa natural de la primera etapa de la vida del ser humano: descubrir el mundo a través del juego.