Planeta Sostenible trae a Chile una de las obras más traducidas del candidato al Nobel NGŨGĨ WA THIONG’O – Planeta Sostenible

Planeta Sostenible trae a Chile una de las obras más traducidas del candidato al Nobel NGŨGĨ WA THIONG’O

25/10/2019

La revolución vertical es una fábula traducida a más de 80 idiomas, convirtiéndose en el relato corto más traducido en la historia de las letras africanas.

La Revolución Vertical es una fábula escrita por Ngũgĩ wa Thiong´o, uno de los principales escritores africanos actuales y varias veces candidato al Premio Nobel.

Nació en Kenia en 1938 y desde temprano desarrolló una carrera literaria, académica y de activismo social, luchando por la liberación de África del dominio de los imperios colonizadores.

Esta fábula ha sido traducida a más de 80 idiomas, convirtiéndose en el relato corto más traducido en la historia de las letras africanas.

La Revolución Vertical ha sido escrita para pequeños y grandes, pues contiene un mensaje universal.

El cuento relata cómo el ser humano fue primero un animal que andaba en cuatro patas, como el resto de los animales, y cómo los brazos y las piernas se sentían primos hermanos y despreciaban las habilidades de los otros órganos, como las orejas, la boca y los ojos.

Por ello, se generaron conspiraciones y para resolver el problema se llamó a un concurso al que asistieron todos los animales de la selva. Allí el cuerpo humano se dio cuenta de que todas las partes son necesarias y solo juntas pueden avanzar en armonía. Así, el ser humano aprendió a caminar erguido, conociéndose ese hecho como “La Revolución Vertical”, y al que se le agregó el “Himno al cuerpo”.

 

Este relato puede leerse en distintos niveles: el cuerpo humano requiere un equilibrio físico, síquico y espiritual para funcionar bien. Pero también tiene un trasfondo mayor, que se refiere a la necesidad de entendimiento que debe haber entre todas las personas, incluso entre los países, para que el mundo avance en paz; en donde se reconozca que todos somos necesarios, independientemente de nuestra condición racial, física, de género, etc., y por ello, ninguna persona es mejor que otra. El cuento nos recuerda algo que hemos olvidado, que todo está interrelacionado y que en nuestra unidad tenemos todo el poder para transformar el mundo y convertirlo en el hogar de todos.

La edición chilenas ha sido ilustrada por la artista chilena Geraldine Gillmore, quien ha tenido la capacidad magnífica de traducir en imágenes las cuestiones de carácter filosófico y político que el autor plantea. Lo ha hecho en su forma única de ilustrar, permitiendo llevar este enorme mensaje también a los más pequeños y pequeñas, para que solos o mediados por sus padres, familiares y profesores puedan acercarse al mensaje primordial de empatía que plantea el libro.

La fábula fue escrita en la lengua materna de Ngũgĩ, el kikuyu. La elección de escribirla en el idioma de su etnia original no es casual. Ngũgĩ, estando preso por sus ideas políticas libertarias, comprendió la importancia de escribir en las lenguas maternas. Dice que “la lengua materna es la que te sale del corazón, la lengua es la base, si te conectas con ella te conectas con el mundo. Cada lengua tiene un mundo, una perspectiva y un conocimiento. El monolingüismo es el monóxido de carbono de la cultura y el multilingüismo es el oxígeno de la cultura”.

Cada lengua, dice el escritor, es como un instrumento musical; la flauta no es mejor que el acordeón, solo es distinta, y con todos los instrumentos puedes hacer una gran sinfonía. Si solo existiese un instrumento dominante nunca podrías hacer buena música. “África necesita su propia base para conectar con todo. Los colonizadores siempre han impuesto su lengua, como España en América; como los ingleses en África, Australia y Nueva Zelanda. Imponer la lengua es una forma consciente de colonización, de colonizar la mente de las personas. Es fundamental recuperar las lenguas maternas y añadir, también, las nuevas, que habiten en convivencia”, dice en una entrevista. estuvo en el año 2019 en Chile y nos dijo que le encantaría ver a un chileno hablando mapuzugun o a un keniata hablando kikuyu.

 

 

 

¿Ocurrirá esto? ¿Seremos capaces de comprender lo bello de lo diverso y escaparnos de lo uniforme y del monolingüismo?

 

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Juan Francisco Bascuñán

Director Planeta Sostenible

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