Un arte tan sencillo y profundo como la narración oral, guarda dentro de sí un mundo de potencialidades y profundidades que nos remontan al origen mismo del ser humano. ¿Por qué nos atrae tanto? ¿De qué forma puede apoyar a la Educación? Conversamos con César Muñoz, profesor de francés y narrador oral chileno.
Profesor francés de profesión, César Muñoz (31) le dio un giro a su carrera cuando conoció el mundo de los cuentos y la narración oral a través de su maestra Marie Noëlle Antoine, profesora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, donde estudiaba su pregrado. “Era de una sencillez tan rica que me cautivó de inmediato. Me quedó gustando esa forma tan simple de entregar un contenido didáctico a través de un cuento, de narrar una pequeña historia para abrir el trabajo en la clase”, recuerda. Tanto fue así que su motivación lo llevó a realizar su memoria de título sobre el tema.
Sus ganas de continuar aprendiendo lo llevaron a tomar cursos y talleres de narración oral con la narradora Eva Passig en la Biblioteca de Santiago, participar de la primera generación de la escuela de cuentacuentos de la fundación Mustakis, e incluso viajar para perfeccionarse en Francia. A su regreso a Chile, comenzó a contar historias en el Parque Quinta Normal y a trabajar luego como cuentacuentos oficial en la Biblioteca Pública Pablo Neruda de Independencia, para finalmente integrarse a la compañía de cuentacuentos Érase que se Era.
Claro que como toda historia, la relación entre César Muñoz y los cuentos tiene un principio que se remonta más atrás. Recuerda que al ser hijo único hasta los 18 años, creció de manera muy solitaria. “Mi mundo era mi jardín, vivía en una casa antigua en Quinta Normal con un patio muy grande, lleno de árboles inmensos, donde jugaba durante el día imaginándome en un bosque mágico, mientras que por la noche miraba desde la ventana y observaba su oscuridad que despertaba mi imaginario y mis temores. Siempre valoré además las palabras sabias, los dichos, refranes de la gente mayor, me encantaba escucharlos”, recuerda.
Al tratar de buscar una razón por la que se sintió tan atraído por los cuentos y la narración oral, César Muñoz reflexiona: “Esa energía que se instala cuando uno oye o comienza a contar un cuento, es algo tan rico, tan único, que me atrapó y me hizo seguir por el sendero de los cuentos y encontrarme con historias que de cierta forma me piden que las cuente (…) Hay algo realmente mágico cuando logras instalar los cuentos en un público atento y los ves maravillarse cuando relatas”.
Cuando tuvo la oportunidad de vivir en Francia en zonas rurales, pudo conocer una cultura diferente, viajar por países vecinos y descubrir un universo amplio donde el arte de contar y los narradores estaban presentes en toda festividad o actividad social.
“Es bien interesante apreciar como son respetados los narradores, la energía que transmiten, son una especie de líderes espirituales, de chamanes con un mensaje importante a entregar, que congregaban mucha gente, sobre un elemento tan básico y primordial como la palabra. Eso lo encontré fascinante”, comenta. Por eso, a su regreso a Chile César Muñoz comenzó a trabajar intensamente en torno a los cuentos y a tomar el compromiso personal de difundirlos e intentar vivir del arte de contar.
En su afán de continuar aprendiendo, regresó a Francia el 2014 para perfeccionarse en el Conservatorio de la literatura oral de la ciudad de Vendôme, luego en el Centro de las Artes de la Palabra y el Relato de Grenoble y finalmente en el Centro Mediterráneo de la Literatura Oral, ubicado al sur del país galo. Tres espacios que lo nutrieron con ricos contenidos teóricos y prácticos sobre el arte de contar, la cultura y el patrimonio oral del mundo.
Esto lo llevó a comprender, por ejemplo, que en Europa el tema se estudia en profundidad, desde la perspectiva de la conexión intima que existe entre el ser humano y sus mitos fundamentales. “La antropología, la psicología y otras ciencias han investigado y estudiado los relatos del mundo, su simbólico y el imaginario que comparten muchas culturas o que si bien pueden ser diferentes guardan algún tipo de conexión entre sí.
Ellos entendieron que es un elemento fundamental para el desarrollo humano conocer sus relatos y seguir contándose cuentos”, señala. Añade que muchos antropólogos reconocen el arte de contar como uno primario, pues muchas disciplinas artísticas como el teatro, la danza, la música o el cine se han nutrido de los mitos y cuentos del mundo para su creación: “Lo que sucede es una vuelta al origen, al centro, a ese espacio circular donde se juntaban los primeros pueblos en torno al fuego, muy ligado también a la cultura mapuche, donde aún se mantiene la tradición oral”.
Actualmente la narración oral se abre con varias perspectivas, considerando que en Chile comienza a renacer y tomar forma nuevamente. A su juicio, hace unos cinco años esta práctica empezó a visibilizarse en nuestro país gracias al impulso de políticas públicas en pro del fomento lector, donde el cuento se revalora y por consiguiente el narrador oral reaparece como un agente de mediación lectora, sin embargo, en su práctica se van evidenciando sus múltiples áreas de acción, vinculadas a lo cultural, el arte y lo patrimonial.
Además, a juicio de Muñoz, este renacimiento de la narración oral se debe a que “estamos viviendo un momento especial a nivel mundial, planetario, una necesidad de volver al origen, de volver a lo realmente significativo, desconectarse de un sistema que nos lleva tan rápido, de tecnologías que parecieran venir a ayudarnos pero que en definitiva nos cierran, nos individualizan”, asegura y agrega: “Volver a estas prácticas culturales tan primigenias es volver al centro, volver a conectarse, a conocerse, a mirarse a los ojos, por medio de los cuentos, de las palabras, del contacto visual, del gesto evocador y de la presencia humilde del narrador”.
Narración oral y educación
Ahora bien, así considerada, la narración oral puede ser un aporte fundamental también en el ámbito de la educación. “Lo decía la misma Gabriela Mistral, que en la primera infancia había que contar mucho cuento, entregar mucho folclor, que eran los elementos más ricos y que sentaban las bases de un ser humano integral (…) Los cuentos son tan transversales que se pueden trabajar en diferentes disciplinas o asignaturas del currículum, apoyando los contenidos educativos y otorgando un sin fin de beneficios… el desarrollo del lenguaje, la imaginación, la conexión con las emociones y tantas otras capacidades que parecieran estar perdidas”, afirma.
Desde su perspectiva los beneficios de la narración oral en el ámbito educativo son variados: “Hay muchos estudios sobre los cuentos y su potencial pedagógico, formativo, psicológico y hasta terapéutico; a los beneficios ya mencionados agregaría el del desarrollo del pensamiento, los procesos lógicos mentales que los cuentos estimulan gracias a sus estructuras y formas narrativas… y por supuesto no olvidar mencionar la estimulación y el gusto por la lectura, algo que cuesta tanto desarrollar en la población chilena”.
Además, añade, está el tema de los valores, como la amistad, la fidelidad, la honestidad, el amor, que no se pasan en términos formales dentro del currículum y que los cuentos pueden entregar de forma indirecta en la empatía que despiertan en los oyentes los protagonistas de las historias.
“Los cuentos nos conectan con lo más íntimo, nuestras emociones, nuestro imaginario, el contacto real consigo mismo y con tu entorno. Porque eso también traen mucho: experiencias que han vivido otros, en otros tiempos y las traen al presente a través del relato”, reflexiona.
Una forma distinta de explorar las aristas del ser humano, ya que, según explica Muñoz, al momento de narrar una historia se genera una mística tan grande que produce una conexión cultural, una especie de anclaje. Esto se da especialmente en el caso de cuentos extraídos desde la tradición oral, los cuentos tradicionales: “Te conectas con un simbólico compartido, un imaginario tan universal y tan antiguo, que transforma al narrador en una especie de médium de todo este contenido universal. Eso atrapa al oyente y lo conecta de cierta manera con ese mundo, ese pasado, esa historia tan ligada a algo que quizás no pueda describir o comprender en el momento, pero que sin duda queda guardado y latiendo en su interior”.
Por otro lado, y vinculando la narración oral con la línea editorial de Planeta Sostenible, destaca que la narración oral es un arte completamente sostenible, ya que para contar, “no se ha necesitado más que la presencia del narrador y su palabra, no hay necesidad de aparatajes técnicos o escénicos que si requieren otras disciplinas artísticas”. Un ejemplo concreto, acota, es el caso de las historias de Panchatantra (reeditado recientemente por Planeta Sostenible), con cuentos de miles de años de antigüedad que han logrado llegar hasta el hoy. “Cuando haces esa conexión, te das cuenta de lo antiquísimas que son las historias y te sorprende el entender que han logrado trascender en tiempo y espacio y volver a ser vividas nuevamente en un sencillo y profundo acto, el acto de contar”, agrega.
El rescate de este tipo de historias y su difusión son una de las bases del proyecto en el que César Muñoz se encuentra actualmente junto a su colega narradora Doris Sarmiento y la Compañía Érase que se era. Quienes además, han fundado en conjunto a otros narradores el Círculo de narradores orales de Chile, (CINOCH) única asociación en Chile dedicada a trabajar por la puesta en valor y desarrollo de la narración oral en nuestro país.
En esa línea, César Muñoz concluye la conversación con una invitación: “Queremos rescatar a los narradores ocultos en distintos lugares de Chile y ojalá impulsar a nuevos narradores para que se motiven a contar, a unirse a este movimiento tan significativo para compartir nuestros mitos, leyendas y cuentos, nuestro patrimonio universal a un público que está expectante… que quiere sin saberlo volver al centro”.