En una nueva entrega de ECODIÁLOGOS, el blog de Planeta Sostenible, José Leal, Ingeniero Civil Industrial, investigador y docente del Centro de Análisis de Políticas Públicas (CAPP) de la Universidad de Chile, se refiere a las bases del turismo sustentable, presentando algunas ideas concretas para desarrollarlo.
De un tiempo a esta parte ha estado de moda parlotear de turismo sustentable, en artículos y reportajes. Además se hacen seminarios locales e internacionales, se traen expertos de muchos lados y parece que medio mundo está de acuerdo en todo, hasta el punto que uno se pregunta para qué seguir con el tema.
Sin embargo hacer turismo sustentable es realmente fácil. Pues sí. Todo turismo tiene que ver con el acceso a un territorio, sea urbano, rural o vernáculo, por parte de gente que se acerca externamente para disfrutar de una cierta oferta artística o ecológica. O para conocer costumbres de gente distinta a la de siempre o simplemente para escalar, nadar, esquiar o pasear. Uno puede hacer aquello de muchas maneras enfrentado al tema de la sustentabilidad. Por ejemplo, ser cuidadoso con los residuos sólidos, desde la basura corriente a los escombros. También el visitante puede tener particular cuidado en no dañar el paisaje, con la basura, claro, pero también causando incendios, emporcando el agua, pisoteando plantas y flores, rompiendo árboles, acosando a animales e insectos, o lo que sea.
En otras palabras, desde el punto de vista del visitante, del turista, hay un conjunto de comportamientos que transforman su actividad turística en sustentable por el simple hecho de portarse como una persona civilizada. El grado de compromiso varía, aunque no demasiado, si se trata de áreas protegidas. Parques nacionales, santuarios de la naturaleza y otros lugares que se han sido particularizados por sus características, requieren una actitud especial. Pero el comportamiento siempre tiene que mantenerse en el ámbito de la decencia. Uno puede decir, me comporté en forma sustentable porque no tiré botellas ni plásticos al lago, no me colé en los parques naturales ya que su protección depende del pago de mi entrada, no me metí donde podía perturbar a la fauna, no encajé motos ni aviones donde no corresponde, etc.
¿Cuál es el rol de la autoridad? Pues también es simple. Cumplir con lo que la ley manda respecto a la protección del medio ambiente. El turismo es una cuestión de gestión local fundamentalmente. Municipal sobre todo. Involucra al territorio, la geografía, la ecología. Los municipios son responsables de temas como la basura, las áreas verdes, el patrimonio cultural. Ni más ni menos. En los lugares donde hay turismo, que es bienvenido para los gobiernos locales porque les genera ingresos, la tarea es clara: dar facilidades a los visitantes para que se comporten adecuadamente. Ofrecer infraestructura para ello, desde basureros y senderos, a letreros indicativos y cuidado de los lugares que se ofrecen.
Un ejercicio hecho este año 2017 con mis alumnos de la Escuela de Gobierno y Gestión Pública de la U. de Chile, hizo aflorar un puñado de propuestas en materia de turismo sustentable que deseo compartir con los lectores del sitio de Planeta Sostenible, por su originalidad y también porque están asociados a problemas o situaciones ambientales de total vigencia; más aún, son respuestas a a coyunturas nacionales de cierta importancia mediática. He seleccionado algunos de particular interés en mi opinión de profe. Los iré presentando en entregas sucesivas de esta columna.
Simón Gálvez tituló su propuesta Circuito Lebulense de Turismo Sustentable “Lebu Pueblo Minero”. La actividad económica más importante hasta hace un par de años era la extracción de carbón, que se remonta a mediados del siglo XIX. Ya no está más en funcionamiento. Lebu ha tenido que reconvertirse, llegando a ser uno de los principales puertos de pesca artesanal del país. ¿Cuál es la propuesta de Simón? Pues apoyar la reconversión de las ruinas del Lavadero de Carbón en Bocalebu a un Parque del Carbón. Se trata de la transformación de un sitio eriazo, semiabandonado, en un lugar donde los habitantes entren en contacto con el pasado carbonífero que marcó el desarrollo económico de la comuna, que rescate construcciones e hitos emblemáticos. Esto se puede convertir en un nuevo polo de turismo para la zona.
Hay un objetivo detrás de preservación de aquellos recursos y su puesta en valor, que es impulsar en definitiva la construcción de una sociedad mejor, respetuosa con su memoria, con el legado del esfuerzo de generaciones previas. Muy resumidamente, las actividades que se asocian a esta propuesta son: 1. Visitas guiadas a la Mina la Fortuna en Lebu y sus túneles. 2. Realización en temporada estival de un “Festival del Carbón” el cual contaría con: a) feria gastronómica con productos propios de la zona (luche, cochayuyo, mariscos, pescados, nalca, avellana, murtilla etc…); b) concursos literarios respecto a la historia de Lebu como tema central; c) caminatas guiadas hacia el túnel “La Esperanza” que guarda directa relación con el tren, tradicional medio de transporte de la industria del carbón. En este trayecto es interesante conocer la ecología local, rica en especies endémicas.
Plantea Simón: frente a la banalización de tantos paisajes, se trata de intervenir en ellos con respeto, y a partir de ese reconocimiento riguroso, hacerlo valorando su código genético y su memoria. Todo lo anterior en el marco de apoyar a la industria y la artesanía locales, estimulando la innovación, al tiempo que se impulsarían inversiones en infraestructura para reforzar con la propia comunidad la a veces alicaída economía local. Esto un elemento clave de la sustentabilidad.
Así escribió el poeta Gonzalo Rojas, premio nacional de literatura e hijo ilustre de Lebu: “Veo un río veloz brillar como un cuchillo, partir mi Lebu en dos mitades de fragancia, lo escucho, lo huelo, lo acaricio, lo recorro en un beso de niño como entonces, cuando el viento y la lluvia me mecían, lo siento como una arteria más entre mis sienes y mi almohada”.