Columna de Mario Murua, destacado artista visual chileno y autor de las obras que acompañan el poema de Gabriela Mistral “Sol del Trópico”, en la edición de Planeta Sostenible.
Frente al planteamiento inicial de ilustrar un libro, el primer pensamiento que se me vino a la mente fueron los libros mismos. Libros de papel, libros virtuales, una aventura en paralelo para dos ojos del lector actual. ¿Cómo nos decidimos a comprar un libro? Por cierto influenciados como con las verduras, por el color y el olor. Los libros nos llegan por medio de escaparates y vitrinas y hoy… por el internet.
El que compra libros siempre puede comparar precios. El que se puede comprar por dos lucas en el persa, o en la FILSA se compra uno a ocho, el lector tiene que rebuscar para leer (aunque siempre es más barato leer en biblioteca). Llevar el objeto a su cotidiano es como sentirse asegurado de poder leerlo cuando pueda, ya que el privilegio de la lectura es un tiempo sin trabas y un tiempo de felicidad.
Veo a veces pasar al lector adolescente o primerizo, enchufado a la televisión y a las redes sociales, buscando los libros publicitados por esos medios. Libros por los que en grandes eventos como FILSA tiene que pagar entre 14 y 18 mil pesos, más tres que cuesta la entrada, llegamos a 21 mil pesos, el equivalente a unos 30 dólares para ser feliz.
¿Cómo se planificó ese tapón para el lector? Habría que decorticar y desmenuzar los antecedentes de una sociedad donde lo cultural es zonificado y licuado como mercancía, desde el IVA hasta el “no va”. Un sistema que simplemente va en contra del lector.
Frente a esto me tuve que plantear otra situación. ¿Cómo llegar al lector con las ilustraciones? Especialmente con textos difíciles, ya que la poesía tiene sus lados complicados. Porque son un vasto mundo, en el que sin conocer las rutas cualquiera se pierde.
El Sol del Trópico es un himno potente y lleno de referencias históricas y transculturales, biodiversas y rituales de una gran, nombrada e ilustre desconocida en Chile, Gabriela Mistral.
En este poema ella plantea una delirancia genial con el sol, que para llegar a ilustrar más o menos bien tuve que entrarle al sentido, entender el punto supremo desde los surrealistas a Zoroastro o Zarathustra. Luego me dije, “esto es un vacilón con la serpiente emplumada”, porque al final el sol en estos lados del mundo tiene muchos nombres, y muchas luces para llegar a una imagen entendible para doctos e ignorantes.