Nuestro corresponsal en los Países Bajos, Hernán Azócar, encontró de improviso una entrevista a James Livingston (68), profesor de historia en la Universidad Rutgers de Nueva Jersey, Estados Unidos, quien ha publicado libros sobre las ventajas de la sociedad de consumo (“Against Thrift”) y “The World Turned Inside Out”, sobre la cultura pop estadounidense en la música, cine y comics. En esta entrevista, traducida del holandés, se refiere a su libro llamado “No More Work, Why Full Employment is a Bad Idea” (No más trabajo, por qué el empleo pleno es una mala idea).
Vivir en las afueras de la ciudad, cuando tienes la suerte de pillar un asiento desocupado en el bus o el metrotren, ofrece la ventaja ya casi extinta de poder leer. Hoy, en mi trayecto de 25 minutos para llegar a Ámsterdam y cuando ya pensaba sentarme y abrir con ridículo orgullo un libro entre todos esos pasajeros enchufados a Facebook o a lo que sea punto com, caigo en la cuenta de que el libro que me trae agarrado desde el sábado se me acaba de quedar en casa.
Suspiro y miro resignado por la ventanilla hacia la interminable y verde pradera holandesa y me parece ver una vaca orinando en lontananza. Vuelvo la vista al tren y sobre el reposabrazos del asiento de enfrente encuentro un diario holandés arrugado, que abro con desgano hasta que en las páginas centrales me encuentro con que Het is tijd om anders over werk na te denken, que traducido al castellano es que “va siendo hora de que pensemos de una manera diferente sobre el trabajo”.
Tanto me gustó la entrevista del diario Trouw, que no me quedó más remedio que traducirla. Alguien aquí nos recuerda a grandes titulares cómo nos machacan con que el trabajo nos forma el carácter y cómo, a pesar de que el empleo empieza a escasear, no hablamos más que de crear más puestos de trabajo.
Trabajo. Uff. La sola palabra ya suena a esfuerzo. Y no es que al historiador estadounidense James Livingston no le guste enseñar o escribir, es solo que está un poco harto de la palabra. O al menos de la percepción del trabajo como un supremo ideal, como la prueba definitiva de que servimos para algo y de que somos capaces de valernos por nosotros mismos. Un ideal anticuado, porque si dentro de poco nuestro trabajo nos va a ser arrebatado por robots, ya no tendremos tiempo para formularnos en serio las preguntas fundamentales sobre el vivir y el trabajar, preguntas que Livingston sí se ha planteado en su comentado libro “No More Work”
El autor hubiera preferido llamar a su libro (en realidad un folleto) “Fuck Work” pero desistió, tras una recomendación de su editor, que prefería no arriesgar las conversaciones con Amazon y los diarios de Estados Unidos. Acá va la entrevista publicada por diario Trouw de Holanda, traducida:
¿Qué hay de malo en el trabajo?
“Los empleos empezaron a desaparecer hace ya una generación y ya no volverán. Y apenas podemos llegar a fin de mes con los trabajos restantes. De todos los estadounidenses con trabajo, al menos una cuarta parte vive actualmente por debajo de la línea de pobreza. Casi la mitad de la población activa tiene derecho a cupones de alimentos. En algunos países europeos, una cuarta parte de la población activa está desempleada en el país de origen. ¿Recuerdas los preocupados que estábamos por la agitación política que se produciría si tantos jóvenes en Medio Oriente seguían desempleados? Bueno, tal vez Europa sea el verdadero nido de parados dentro de algunos años. En cualquier caso, ya es hora de pensar en el significado del trabajo. ¿Qué es lo que recibimos a cambio de nuestro trabajo? ¿Qué nos gustaría recibir? ¿Qué conseguimos siempre?
“Desde la Reforma hemos pensado que el trabajo dignifica. Que es bueno para el carácter, la disciplina, la honestidad, la puntualidad, la iniciativa, etcétera. Que no hace falta hacerse ermitaño o monje, sino que hay que hay que rendirse a él y trabajar en comunión con otros pecadores como uno para ganarnos una oportunidad en el cielo. Antes de ella pensábamos que el trabajo era para los sometidos. Que cuando trabajabas para alguien eras esclavo y dependiente. Solamente en los últimos 200 años esa idea fue reemplazada por otra.
Entretanto nuestras sociedades se han secularizado
Pero la importancia sacrosanta que concedemos al trabajo sigue intacta. En cuanto sabemos que alguien está desempleado en nuestro fuero interno siempre nos preguntamos si ese alguien no será un inútil y que por eso está cesante. ¿No pasará todo el día echado en el sofá mirando televisión? ¿O será que fuma marihuana todo el día? Toda la clase política, sea de izquierda o derecha siempre ha abogado por el pleno empleo. La creación de empleos es prácticamente la primera prioridad hoy en política.
De ahí también las propuestas de aumentar el salario mínimo. Así se crearían nuevos empleos.
Claro, y esto conlleva también argumentos morales a favor. Pero incluso si aquí en Estados Unidos lo aumentáramos a 15 dólares la hora, o sea, si lo duplicáramos, necesitarías trabajar 29 horas a la semana para salir del círculo de pobreza, algo que parecerá perfectamente realizable, pero la realidad es que, por ejemplo, en Walmart o McDonalds, a nadie le hacen contratos por esa cantidad de horas. Entonces necesitas tener dos o tres empleos precarios más para llegar apenas a fin de mes. ¿Es esto vivir dignamente? A mí me parece que no.
Pero es bueno para el carácter
Esa es la gran pregunta. Estamos presenciando un aumento de la brecha en los ingresos. Es verdad que siempre hubo diferencias entre lo que la gente ganaba, pero creíamos que con un poco de esfuerzo uno podía ganar más que los otros que no lo hacían por ser simplemente flojos. Hoy en día no existe relación alguna entre esfuerzo personal y gratificación. Los banqueros de Wall Street reciben bonificaciones gigantescas y cuando algo sale mal, somos nosotros los contribuyentes, sobre quienes está montada la estructura económica, quienes les salvamos el pellejo a costa de nuestros empleos, para que luego sigan cobrando sus bonos escandalosos. ¿Qué aprendemos de esto? Que vas a ganar mucho más especulando en Wall Street o convirtiéndote en narcotraficante. Aprendemos que el crimen paga.
A usted le preocupa la automatización. Que los robots nos quiten el trabajo.
No soy el único. Los economistas del MIT sostienen que la tecnología digital puede realizar cada vez más tareas para las que nos creíamos irremplazables. El desarrollo tecnológico avanza a un ritmo vertiginoso. Y los economistas de Oxford vaticinan que dentro de veinte años dos tercios de los empleos actuales van a desaparecer a raíz de esto mismo. Entre ellos también se cuentan empleos para los que necesitas habilidades cognitivas no rutinarias, como pensar. Simplemente ya no habrá suficientes trabajos. Ya desde el año 2000 que en Estados Unidos no se crea un solo empleo. Algunos países europeos nunca habían tenido un paro tan alto como ahora. Con la irrupción de los robots esto solo empeorará.
Estas predicciones las venimos oyendo ya hace 100 años. ¿Por qué habría ahora de ser diferente?
Ahí has tocado un buen punto. Ya en los años veinte del siglo pasado la industria automotriz intentó desacoplar “el elemento humano” en la cadena de producción. No lo consiguieron, porque igual se necesitaban personas que diseñaran y construyeran los robots. Ahora es diferente. Los robots pueden reproducirse a sí mismos, lo que supone un paso completamente nuevo en la evolución. Durante muchos años usamos las herramientas como una prolongación de nuestro cuerpo. Eso vino a cambiar con la Revolución Industrial. Desde ese momento las máquinas que fabricábamos pudieron mucho más y elevaron nuestra producción. Y ahora hemos llegado a la tercera fase, en la que se hace difícil predecir de qué serán realmente capaces las máquinas hechas por otras máquinas.
Hasta ahora las personas siempre han pasado a hacer otra cosa cuando han sido reemplazadas por máquinas y robots.
Así es, podemos seguir esperando que eso vuelva a suceder. Pero, ¿qué haremos si eso no sucede y simplemente se acaban los trabajos? ¿Cómo vamos a descubrir quiénes somos? ¿De dónde vamos a sacar los valores que formen nuestro carácter? Son preguntas preocupantes, porque nadie tiene las respuestas.
Pero siempre hay trabajo que hacer: los enfermos necesitan atención, los niños tienen que educarse…
Es notable que señales estos dos ejemplos. La salud y la educación son los dos grandes sectores de la economía estadounidense. Hasta hace algunos años lo eran la industria automotriz y la metalúrgica. ¿Qué conclusión se deduce de esto? Que hay un desplazamiento del trabajo masculino al femenino. Cuando las mujeres comenzaron a participar en el mercado laboral lo hacían principalmente en la salud y en la educación. Estos trabajos siempre han sido subestimados y mal pagados. Y ahora en 2017, cuando estos sectores se han vuelto tan importantes, hemos llegado a un punto en el que prácticamente todos los trabajos son mal remunerados.
Y aun así siguen siendo importantes
Estoy de acuerdo. Tenemos que cuidar de otros, educar a nuestros niños y seguir aprendiendo. Pero son tareas que pocas personas consideran realmente “trabajo”.
Tenemos tal vez que reducir los impuestos a las empresas para estimular la contratación.
Ni hablar. ¿Y darles el gusto a los capitalistas? Que se las ingenien solos para maximizar sus ganancias a cambio de sueldos de miseria. No gracias, lo que necesitamos es un ingreso básico.
¿Quiere decir un ingreso básico para todos?
Claro. Toda población adulta, trabaje o no, tiene que recibir un salario que le permita al menos llegar a fin de mes. No puede ser de otra manera. El mercado de trabajo fracasó y no se va a recuperar.
Dinero gratis para todos, ¿no es fomentar la flojera?
Todos los estudios basados en experimentos comprueban que no hay efecto alguno en la ética de trabajo. La gente sigue trabajando, sigue tranquilamente casada y no se farrea la plata en el bar. La prueba es elocuente. ¿Por qué habríamos de preocuparnos?
Se podrá pagar un ingreso básico así, ¿será moralmente correcto?
¿Qué? ¿Te parece acaso que no? Mira, son lejos las empresas más grandes las que pagan menos y hasta cero impuestos. ¿Me oyes? Menos y hasta cero impuestos. ¿Quién es entonces el que recibe a cambio de no dar nada? ¿Es eso moralmente correcto?
¿No deberíamos entonces dejar masivamente de trabajar?
Desde luego que no. Que cada uno siga haciendo simplemente lo que hace, también el reponedor de supermercado y el recolector de basura. ¿Crees realmente que se quedarían en casa para echarse en el sofá con un ingreso de, digamos, 40 mil dólares? No creo. De todos los estudios que he visto y todas las conversaciones que he tenido no parece ser así.
Pero para mucha gente el trabajo es algo muy aburrido.
Claro, pero la perspectiva de no tener trabajo también lo es. Y es bueno que nos preguntemos por qué es así. En mi opinión no se debe a una crisis económica sino una moral, espiritual. Hay preguntas importantes, cruciales. ¿Cómo aprendemos lo que es importante? ¿Cómo aprendemos a llevar una buena vida? ¿Cómo aprendemos a desarrollarnos? La mayoría de nosotros aprendió que para eso necesitamos trabajar. Gracias a los protestantes creemos que somos presa del diablo si no lo hacemos y no somos útiles. Pero no se pensaba así en la Antigüedad. El ocio es un arte, se pensaba. Si lo sabías manejar, podías convertirte en lo que realmente eres. Podías aprender algo sobre ti, leer, hablar con la gente …
“Hace ya tiempo que no pensamos así. Por eso nos aterroriza tanto no tener trabajo. Pero pregúntatelo por una vez: ¿qué es tener una buena vida? ¿Cuánto necesitamos para ello? Me parece más provechoso responderse esa pregunta que romperse el lomo por un sueldo de miseria, para que un par de cabrones puedan maximizar sus ganancias. Deberíamos ser libres para poder decir “¿sabes qué?, estoy harto de trabajar, voy hacer ahora lo que quiera”
¿Somos esclavos?
Livingston duda. “Somos esclavos de una ideología que nos dice que debemos trabajar para ser una persona decente y responsable. Pero no eres un esclavo si trabajas para otra persona. Sería un insulto a los esclavos del pasado que nos comparáramos con ellos “.
¿Y ahora qué?
“Aprendamos a amarnos los unos a los otros y a cuidar a los demás”.
Amor y trabajo: eso es todo lo que hay, dijo Freud.
“Exactamente. Si no hay más trabajo, solo nos queda el amor. ¿Puede el amor sobrevivir y mantenernos? Yo creo que sí “.
Para saber un poco más sobre James Livingston, compartimos un video de Youtube sobre su libro “Fuck Work”: