Profesor y ornitólogo, Guillermo Egli es uno de los protectores del patrimonio sonoro de nuestro país más reconocido. Gracias a sus excursiones y viajes, hoy contamos en Chile con un amplio registro de cantos y sonidos de diversas aves que pueblan nuestro paisaje, inundándolo de una voz propia.
Originario de Suiza, país donde nació en 1932, Guillermo Egli siempre ha estado unido a dos pasiones: la docencia y la ornitología. De este modo, luego de obtener en la Universidad de Bern su título de profesor secundario de Ciencias Naturales y Biología, quiso salir a conocer el mundo, por lo que postuló a colegios suizos en el extranjero. Con la segunda intención, claro, de acercarse y escuchar a nuevas especies de aves. Fue así como, después de un paso por Colombia, llegó a Chile alrededor de 1957. País donde se quedó a vivir hasta hoy.
Su interés por las aves comenzó en su etapa escolar, y tomó forma cuando en la Universidad se hizo socio del “Ornithologischer Verein Bern”, participando en charlas, excursiones de observación y conociendo diferentes métodos de estudio. Por eso, al llegar como profesor al Colegio Suizo en Santiago de Chile, el paso lógico fue adentrarse en el mundo de las aves del país. “Cuando llegué era fantástico, porque había todo un país, un montón de pájaros por conocer, que poca gente los conocía”, recuerda el profesor Egli.
En ese entonces, comenta, el país era mucho menos poblado, casi no había autos y la naturaleza estaba en un estado mucho más original. “Por ejemplo los pájaros, que llegaban más. Ahora es un poco más difícil, hay que ir a buscarlos. Para mí, siempre digo que me gustaba más Chile como era antes”, complementa.
Al llegar al país la vida fue tomando su camino. Conoció a su esposa, con quien lleva más de 50 años, comenzó a estudiar las aves chilenas en su tiempo libre y ayudó a formar con algunos aficionados y estudiantes un grupo que daría origen de la Unión de Ornitólogos de Chile, UNORCH.
Cuando uno quiere saber más sobre las aves, conocerlas, explica, además de buscarlas con binoculares para observarlos, es tanto o más importante reconocer sus voces: “Cada especie emite una voz diferente, un canto, que es lo más atractivo, pero hay muchos gritos también. Saber esto te posibilita diferenciarlos, conocerlos sin mirarlos. Esto es algo muy atractivo también, sobre todo en lugares donde me tocó grabar bastante, como en Chiloé, donde la selva es mucho más espesa, donde uno escucha más bien los pájaros en vez de verlos”.
A lo largo de sus viajes y excursiones, Guillermo Egli pudo recopilar una serie de grabaciones de voces de aves de Chile, que fueron difundidas más tarde en los CD “Voces de Aves Chilenas” y “Voces de la Fauna Chilena”, además de otras creaciones basadas en sus registros preparadas por EDITORIAL PLANETA SOSTENIBLE, como “El Viaje de Ayumi”, una composición musical de Jorge Aliaga que habla de una travesía por Chile a través del canto de sus aves, “El concierto de las aves de Chile”, del músico francés Samuel Stern, y el CD interactivo “El Trinar de Chile”, a juicio del propio Guillermo Egli uno de sus trabajos mejor logrados, que incluye los sonidos de más de 100 especies ordenadas de acuerdo a su ambiente de vida principal, de norte a sur, y acompañadas con fotografías de varios autores, como Juan Carlos Torres-Mura.
A modo de contexto, el profesor Egli explica que las aves que cantan son las más pequeñas, llamadas “passeriformes”. Estos sonidos son emitidos por los machos para atraer a una hembra o limitar y defender el territorio que ocupan. “Las dotes acústicas son más bien del macho, y todo ese proceso se reduce a la época de primavera y principios de verano porque cuando se reproducen”, especifica y agrega que hay algunos detalles que lo han cautivado a lo largo de sus observaciones, como el canto del chincolito, “porque tiene algo muy especial que son los dialectos, como los que existen en un idioma dentro de un mismo país, por lo que uno los reconoce inmediatamente”.
En sus viajes ha podido experimentar situaciones especiales, como una vez estando junto a un grupo en el Parque Mahuida en La Reina, les pareció ver un ave conocida como “la turca”, pero no estaban del todo seguros si era. El profesor relata: “Un cabro tenía un parlante con una grabadora, tocamos el canto que yo había grabado y la turca salió al tiro mirándonos. Esas son experiencias fantásticas”.
Con el paso de los años Guillermo Egli ha podido escuchar y estudiar muchas voces de aves, sonidos que a ratos le recuerdan su natal Suiza y que quedaron grabados en su mente. Y en Chile, cuando le preguntan por el canto más lindo que ha escuchado, su respuesta es siempre la misma: la tenca. “Lo que más me apasiona de recopilar este patrimonio es protegerlo, cuidarlo, encontrarlo. Desde chico he estado más en contacto con la naturaleza, y la vida de los pájaros es una parte de lo que la hace atractiva, algo bien especial”, asegura.
Guillermo Egli comenta que a estas alturas de su vida, si bien son menos las excursiones que hace para observar aves, sigue trabajando con algunos proyectos, entre otros con PLANETA SOSTENIBLE. Siempre con el objetivo de dar a conocer los paisajes sonoros de nuestro país: “Lo más importante para proteger este patrimonio es protegiendo a toda la naturaleza en sí misma, no solamente un determinado pájaro, sino a todo. Evitar por ejemplo la caza de animales, mantener la vegetación en la forma más intacta posible, lo que es cada vez más difícil”.
Además, añade, es importante traspasar ese conocimiento a las nuevas generaciones. Con más personas que se dediquen a grabar los sonidos del paisaje nacional y, especialmente, educando a las nuevas generaciones en el cuidado de la naturaleza. “El cambio empieza con uno mismo, después con los niños, que siempre son los primeros que aprenden cuando se enfrentan a la naturaleza y tienen ese interés por conocer todas las cosas, las plantas, los pájaros, sus cantos”, asegura Guillermo Egli y concluye: “Creo que salir con los alumnos y ver como aprenden a reconocer los diferentes sonidos de la naturaleza, es la máxima recompensa para uno como profesor”.