Manfred Max-Neef: “El cambio lo tiene que hacer uno” – Planeta Sostenible

Manfred Max-Neef: “El cambio lo tiene que hacer uno”

Frente a un mundo que parece destruirse a sí mismo, producto de un sistema económico que no respeta la vida, el destacado economista chileno y premio Nobel Alternativo en 1983 (the Right Livelihood Award), Manfred Max-Neef, hace un llamado a la coherencia individual y a un cambio de visión en la educación, especialmente en materia económica. “Lo único que va a revertir esto es que cambies TÚ, empieza contigo, con tus compañeros, los que están al lado (…) Es un proceso que va de abajo para arriba”, asegura.

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Manfred Max-Neef

En 1957 el destacado economista chileno y Doctor honoris causa de siete Universidades, Manfred Max-Neef tomó una decisión clave en su vida. Luego de años trabajando en la empresa Shell, donde alcanzó a ocupar un importante cargo directivo, decidió renunciar, darle la espalda a la industria y estudiar los problemas de los países en desarrollo. “Siempre te están induciendo a que hagas lo que te conviene, pero si vives toda una vida haciendo lo que te conviene es una vida miserable que no vale la pena de ser vivida (…) Puedes tener una vida llena de altos y bajos, pero cuando llegues a viejo como yo, porque yo viví así, vas a mirar para atrás y te vas a sentir muy satisfecho”, afirma.

Hijo del economista Alfred Wilhelm Hermann Max y de la humanista y músico Magdalene Sophie Neef, dos alemanes que llegaron a Chile luego de la Primera Guerra Mundial, Manfred Max-Neef nació en Valparaíso en 1932. Graduado en Economía en la Universidad de Chile, en 1957 comenzó a apoyar a algunas organizaciones de la ONU (especialmente la FAO y la OEA) y aceptó un puesto como académico en Berkeley, California en 1961, donde vivió los inicios de la “Revolución de las Flores” en Estados Unidos. Este camino docente e intelectual, le valió en 1983 el Nobel Alternativo (the Right Livelihood Award), y con el dinero del premio fundó en Santiago de Chile el (hoy desaparecido) Centro de Alternativas de Desarrollo (CEPAUR), con el objetivo de poner en práctica sus ideas sobre el “desarrollo a escala humana”, lo que le valió el reconocimiento del Club de Roma, la Academia Leopold Kohr, en Salzburgo, la E.F. Schumacher Society, en Inglaterra y la Academia de Ciencias Europea.

Dentro de su historia, además de  importantes libros publicados y decenas de ensayos que sirven de referencia en Chile y el mundo, cuenta una candidatura independiente a la Presidencia de Chile en 1993, donde obtuvo un 5,55% de los votos. Hoy, como ex rector de la Universidad Austral de Chile en Valdivia y actual director del Instituto de Economía de dicha Casa de Estudios, analiza con preocupación el escenario mundial actual.

Porque a su juicio, al preguntarse si estamos viviendo en el tipo de mundo que queremos vivir, la respuesta es “evidentemente no, porque la situación es catastrófica, particularmente por el dominio de una visión económica, que es el neoliberalismo, que no tiene nada que ver con el mundo real”. Para comprobarlo, agrega, basta con mirar alrededor: “donde mires ves cómo está sufriendo la gente, y eso no tiene ningún valor para quienes manejan la economía. Para ellos el dolor humano tiene valor cero, la naturaleza tiene valor cero, está ahí sólo para explotarla y no para colaborar con ella (…) Todo lo que destruimos, más allá de su capacidad de reconstrucción, es un acto de suicidio. En este momento nosotros como especie humana estamos absolutamente embarcados en un proceso suicida”.

Por un desarrollo a escala humana

Frente a este panorama, da la impresión de estar en un callejón sin salida, pero en palabras de Manfred Max-Neef, “los callejones sin salida se pueden echar abajo si uno tiene ganas y empuja suficiente. Si pegas un buen martillazo, rompes el muro”. Y la respuesta para el Premio Nobel Alternativo es tan simple como compleja: un desarrollo a escala humana.

El economista comienza aclarando que, a pesar de la “domesticación” que ha hecho el sistema sobre las personas, crecimiento no es lo mismo que desarrollo: “Mientras el crecimiento es una medición cuantitativa de magnitudes (por ejemplo, el Producto Interno Bruto), el desarrollo es la liberación de potenciales creativos y no tiene un elemento específico para medirlo, pero sí es un proceso que se genera. En ese sentido el desarrollo verdadero y posible, es el que ocurre a escala humana, es decir, es el que va de abajo para arriba”.

Esto implica en primera instancia un cambio a nivel personal. “Lo único que va a revertir esto es que cambies TÚ, empieza contigo, con tus compañeros, los que están al lado”, alienta Max-Neef y agrega que todo está en tener más confianza en uno mismo, más fuerza y decidir cambiar.

Al ver el mundo desde esta perspectiva de desarrollo, por ejemplo, se reforzarían las economías locales y regionales, privilegiando las acciones desde lo micro. “El gigantismo deshumaniza, y todo este crecimiento está orientado nada más que en términos macro, donde los seres humanos no están”, reafirma.

Este proceso incluiría también, necesariamente un cambio de enfoque en la educación, especialmente en la de Economía en las universidades, entidades que a juicio de Max-Neef cumplen un rol fundamental. Claro que “no como están ahora, porque la universidad actual se vendió al mercado, los alumnos son clientes que hay que satisfacer, y esa no es su función verdadera ni originaria (…) la universidad hoy en día, a mi juicio, salvo raras excepciones, no está cumpliendo el rol que le corresponde en este momento de la historia”. Y en este punto, explica, la clave son los estudiantes, quienes tienen el deber de exigir este cambio de enfoque frente a un futuro cada vez más incierto.

En cuanto a las primeras etapas, Max-Neef comenta que es necesario entender la Educación como una aventura. “La vida es una aventura de descubrimiento, entonces hay que sacar al niño para afuera. No puedes tener a un niño sentado 45 minutos en una silla, eso es un disparate. Que salgan, que vean la realidad (…) que tengan un verdadero contacto entre los seres humanos, que desde chiquitito descubra la diversidad en la cual está, y que hay otros igual que él que lo pasan muy mal. Si tú comienzas a hacer eso, te cambia toda la historia”, comenta.

En ese sentido, el llamado es a hacer proyectos concretos desde las bases, donde un colegio por ejemplo, decida cambiar las cosas para que los estudiantes vayan a la naturaleza, para que en lugar de aprender viendo un power point de los animales de Chile, salgan y los descubran ellos mismos. Porque de acuerdo a lo que plantea Max-Neef, son las acciones las que generarán los cambios. Acciones simples y que incluso, no cuestan dinero en muchos casos, como el proponerse ser más amable cada mañana.

“El cambio lo tiene que hacer uno (…) A lo que siempre apunto es a la necesidad de la coherencia consigo mismo, cuántas cosas hay en este momento que a ti no te gustan, sin embargo tu comportamiento es tal que hace posible que esas cosas que no te gustan sigan ahí”, afirma y concluye: “Las grandes soluciones son gratis, tienen que ver con el comportamiento de las personas y su coherencia. Las recetas son recetas no más”.

• Pueden conocer más sobre la visión de Manfred Max-Neef y leer algunas de sus publicaciones en http://www.max-neef.cl/

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