Patrimonio cultural… más allá de edificios y paisajes – Planeta Sostenible

Patrimonio cultural… más allá de edificios y paisajes

Una canción, un sonido, un baile, una fiesta, una comida, una forma de contar una historia. Son muchos los elementos que van conformando el alma de un lugar en el mundo y su gente. Agrupados en lo que la UNESCO llama “patrimonio cultural inmaterial”, hoy corren el peligro de desaparecer. ¿Cómo protegerlo y rescatarlo? Primero que todo, conociéndolo.

“La importancia del patrimonio cultural inmaterial estriba en sus valores intrínsecos (…) Nos inspira un sentimiento de identidad y pertenencia, estableciendo un vínculo entre el pasado y el futuro, a través del presente”. Así afirma la UNESCO a través de un libro editado en 2009 enfocado a ese grupo de conocimientos y tradiciones conocidas como patrimonio vivo. Distintas manifestaciones que integran el espíritu de una comunidad, y que peligran debido al avance de la globalización o el simple desinterés de una sociedad poco dispuesta a mirar hacia adentro.

Por eso el patrimonio cultural inmaterial y su protección se convirtieron en una preocupación mundial. Tanto que en la Conferencia General de la UNESCO de octubre de 2003, se adoptó la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, estudiando y resguardando tradiciones o expresiones vivas, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional.

“Además, el intercambio internacional de conocimientos sobre el patrimonio cultural inmaterial de las diferentes comunidades favorece el diálogo intercultural y promueve el respeto mutuo”, destaca la UNESCO, entidad para la que este resguardo tiene también una importancia social y económica, “por cuanto ayuda a forjar y mantener la cohesión social y el diálogo, y puede proporcionar ingresos, contribuyendo así a allanar el camino hacia el desarrollo sostenible”.

Por eso el objetivo es asegurar su viabilidad, garantizando su constante recreación y transmisión. Una manera de proteger este importante acervo cultural, en peligro de desaparición debido a la disminución del número de quienes las practican, el desinterés creciente de los jóvenes y la falta de fondos.

Dentro de este listado mundial, por ejemplo, desde el 26 de noviembre de 2013 Chile está representado por los Bailes Chinos, declarados por el Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Con más de tres siglos de antigüedad, estas manifestaciones de religiosidad popular combinan música, danza y canto, con cinco estilos plenamente diferenciados desde el Norte Chico hasta la Zona Central de nuestro país. Cada uno de ellos lleva el nombre del valle o de la cuenca en la que predomina y en ellos las agrupaciones realizan una serie de saltos y flexiones de piernas al ritmo de una música instrumental isométrica interpretada con tambores y flautas de origen precolombino.

Bailes Chinos en Fiesta de San Pedro de Loncura. Fotografía de Juan Francisco Bascuñán.

Bailes Chinos en Fiesta de San Pedro de Loncura. Fotografía de Juan Francisco Bascuñán.

Cada grupo cuenta con un abanderado y acompañantes, por lo general integrado por familiares y vecinos. “Lo interesante es que esto no muera… lo que sí salen pocos son cantores, porque esto tiene que nacerle a uno. Mi papá no era cantor pero era muy bueno pa´ improvisar, pa´ los versos, pero te voy a decirte una confidencia, mi papá era analfabeto por eso no fue cantor, y ahí es más difícil porque uno tiene que instruirse en las historias”, relató Juan Cisternas, Alférez del Baile Chino de Loncura, en el libro “Chile, imágenes a lo humano y lo divino”, de Editorial Planeta Sostenible.

Porque más allá de la fiesta puntual, para los integrantes de las agrupaciones de “chinos”, esta actividad se vuelve parte fundamental de sus vidas. Así lo plantea en el libro antes mencionado Isabel Ardiles, Jefa del Baile Chino Femenino de Andacollo: “Fue como a los 4, 5 años que comencé a bailar. Me promesó mi abuelita, porque yo estaba muy enfermita, supuestamente me habían desahuciado… y me mejoré. Y de ahí ya no paré de bailar. El año pasado el doctor me dijo que no iba a poder bailar más. Y yo dije: ‘Eso sí que no, en ese caso yo me muero ahora, porque que usted me prohíba bailar para mí es dejar de vivir’”.

Los tesoros humanos vivos

Pero a veces no basta con la intención. Por eso para proteger la transmisión del patrimonio cultural inmaterial, junto con el reconocimiento oficial, la UNESCO estimula su desarrollo a través de mecanismos como el sistema nacional de “Tesoros Humanos Vivos”. Un programa que existe desde que en 1993, la República de Corea propuso su creación al Consejo Ejecutivo de dicha entidad.

En términos concretos, los Tesoros Humanos Vivos son individuos que poseen en sumo grado los conocimientos y técnicas necesarias para interpretar o recrear determinados elementos del patrimonio cultural inmaterial. De este modo, cada estado miembro de UNESCO los identifica y protege localmente, de acuerdo al sistema que estime conveniente.

En el marco del sistema, aparte del reconocimiento público se adoptan medidas, por ejemplo, en forma de ayudas o subvenciones especiales a su favor, buscando también alentar a las nuevas generaciones a adquirir sus conocimientos y técnicas.

En Chile, el programa de Tesoros Humanos Vivos funciona desde 2009 a través del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, buscando establecer las mejores herramientas para una eficaz puesta en valor de nuestro patrimonio, así como promover su registro, transmisión y salvaguarda.

Así en 2015, por ejemplo, se reconocieron a seis nuevos Tesoros Humanos Vivos de nuestro país, como Zunilda Lepin, mujer mapuche defensora de la semilla vernácula, quien además gracias a su propuesta culinaria en “Zuni Tradiciones”, ha logrado impacto y reconocimiento a nivel local, regional y nacional. Esta séptima convocatoria también reconoció a la artesana textil Amalia Quilapi y los colchanderos y colchanderas de Trehuaco, ambos de la Región del Biobío; a las Artesanas Püll Püll Foki de Alepue (primer Tesoro Humano Vivo de la Región de Los Ríos); la alfarera Elena Tito (Región de Antofagasta) y los tejueleros de ciprés de Las Guaitecas (Región de Aysén).

De este modo, a la fecha son 38 los Tesoros Humanos Vivos distinguidos a lo largo del país. Todos ellos destacados por proteger, conservar, transmitir y desarrollar partes integrales de nuestra historia como comunidad. Una historia que vive en las personas, en las costumbres, formas, lenguas, calles y tradiciones, y que si no mantenemos viva corre el riesgo de desaparecer junto a las bases que nos han llevado a nuestro presente. Los invitamos a conocerlos, respetarlos, escucharlos y, en la medida de lo posible, transmitirlos.


 

Más información:
Patrimonio Cultural Inmaterial (sitio UNESCO en español): http://www.unesco.org/culture/ich/es/que-es-el-patrimonio-inmaterial-00003
Sitio del Consejo Nacional de la Cultura y Las Artes sobre Tesoros Humanos Vivos de Chile: http://www.cultura.gob.cl/patrimonio/tesoros-humanos-vivos/
“Captar lo inmaterial, una mirada al patrimonio vivo”, de François-Xavier Freland Documento de UNESCO: http://unesdoc.unesco.org/images/0018/001871/187119s.pdf

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