Geraldine Gillmore:“Los mismos temas que me tocan trabajar son mis maestros” – Planeta Sostenible

Geraldine Gillmore:“Los mismos temas que me tocan trabajar son mis maestros”

Una búsqueda espiritual, interna y profesional es quizás lo que caracteriza el trabajo de Geraldine Gillmore, ilustradora chilena descendiente de europeos que se instalaron en Chile en busca de nuevos horizontes. Ese camino de crecimiento y observación es el que intenta plasmar en su obra, donde cada uno de sus trabajos ha contribuido en la construcción de su propio desarrollo. Las ilustraciones de “Saba”, publicado por Planeta Sostenible, fueron otro paso más en este aprendizaje: “el cuento en sí mismo nos llama a buscar ese equilibrio personal a pesar de todo”, comenta.

Geraldine GillmoreQuizás un elemento que caracteriza el trabajo de la ilustradora chilena Geraldine Gillmore, es la profundidad con la que toma cada uno de los desafíos en su vida. Esto también se aplica para sus trabajos. De hecho, cuando la Editorial Planeta Sostenible la contactó para encargarle las ilustraciones para el cuento de Rabindranath Tagore, “Saba”, ella decidió permanecer un día completo en silencio, para abrir una puerta y tomar contacto con los sentimientos y sensaciones vividos por la protagonista del relato, quien era muda de nacimiento.

“Siento que mi talento, el cual agradezco y que ha sido producto de mucho esfuerzo y trabajo, tiene sentido si lo hago con mucho amor para que algo pase con eso. De lo contrario pierde el sentido”, explica Geraldine, quien durante su carrera ha desarrollado numerosos trabajos para diferentes países ligados a organizaciones de desarrollo oficiales y no gubernamentales, conservación de la naturaleza, derechos humanos, rescate del patrimonio indígena e igualdad de género, entre otros.

En su camino nunca ha estado sola. “Tengo muchos maestros, a mi me gusta aprender todo el tiempo, creo que soy una eterna discípula”, destaca. Entre ellos cuenta a profesoras como Paulina Brugnoli y compañeros de su época universitaria, pero también a los pintores como Leonardo da Vinci, Chagall, Miró, Picasso o Nicki de Saint Phalle. También señala al colectivo gráfico francés Grapus, el afichista Michel Bouvet, el ilustrador André François, Quino en Latinoamérica, Norman Rockwell en Estados Unidos, entre otros.

Pero además hay otros maestros, explica, en pueblos indígenas o en culturas anteriores, como Platón, Pitágoras o la diosa celta de los druidas. “En mi trabajo hay tres cosas que siempre tienen que estar: el ejercicio espiritual a través de la meditación y yoga, la investigación, la lectura y el trabajo creativo que es dar forma y pintar (…) Finalmente los mismos temas que me toca trabajar son también mis maestros”, comenta.

Historia de una vocación

Geraldine se recuerda siempre dibujando. Si bien sus padres no estaban especialmente ligados al arte, en su memoria permanece un tío bisabuelo violinista que tomaba fotografías y hacía collages, y un corazón que su mamá dibujó hace años. Así, cuando llegó el momento de decidir su futuro, siguiendo varios consejos, entre ellos el de su papá (“un hombre muy práctico e impulsador de que las mujeres tuvieran un trabajo remunerado”), ingresó a estudiar Diseño en la Pontificia Universidad Católica de Chile, en Santiago.

Portadas desarrolladas para UNICEF.

Portadas desarrolladas para UNICEF.

La década de los 80 finalizaba y para su proyecto de título se le ocurrió traspasar a imágenes la Declaración Universal de los Derechos Humanos. “Era un trabajo muy poderoso de semiótica, cada articulo era un acuerdo entre gente de los distintos países logrando un texto universal. Eso mismo tenía que hacer, pero con imágenes”, dice.
Su trabajo fue supervisado por la Comisión Chilena de Derechos Humanos, le valió la nota máxima en la universidad y, aunque en Chile no fue muy difundido, fuera de sus fronteras alcanzó gran notoriedad, siendo felicitada por el mismo Tribunal de La Haya luego de haberlo donado para libre uso.

Al graduarse, conformó junto a Ezio Mosciatti, Leo Ahumada y Pablo Lungenstrass la oficina Block Diseño, en la que realizaron varios trabajos icónicos, como el afiche para la opción “NO” en el Plebiscito de 1988. “Éramos un grupo súper cohesionado y nuestro interés era hacer diseño con ilustración, sobre todo dirigido a temas que ayudaran a este país a evolucionar, desde el punto de vista social, educativo, abrir conciencia a muchas cosas. Fue una época hermosa”, afirma Geraldine.

Entonces se fue junto a su marido y su hijo a vivir a Ecuador, de donde él era oriundo. Estando allá nació su segunda hija y comenzó a hacer clases en el Instituto de Artes Visuales de Quito, donde logró introducir el tema de la ilustración y fue profesora de conocidos exponentes actuales del rubro, como Alberto Montt. Estando allá continuó también desarrollando proyectos con entidades que le interesaban, como UNICEF, UNIFEM y Acción Ecológica, con quienes tuvo la oportunidad de trabajar para proteger la selva ecuatoriana, comunicándose con los indígenas por medio de dibujos.

Luego vino otro salto. Se separó de su marido y regresó a Chile con sus dos hijos, de seis y tres años, para empezar desde cero. Al volver se topó con un concurso de afiches para la Feria Artesanal anual de la Universidad Católica. Aunque quedaban pocos días para el cierre, decidió participar. Como no tenía computador hizo el diseño de forma completamente análoga… y ganó el primer lugar. Además del dinero del premio, éste le sirvió para abrirse nuevamente camino en el mundo laboral chileno, siendo sus siguientes pasos un contrato en la agencia de diseño de Salo Editores como directora de arte de Gráfica Digital, para seguir después con su propia oficina, Gillmore y Asociados.

“En ese momento tenía mucha gente alrededor, dirigía la oficina y varios proyectos al mismo tiempo, hasta que vino una gran catástrofe para nuestra vida: mi hija menor tuvo un accidente en el colegio, a los ocho años de edad”, recuerda. Cerró todo, se enfocó en la recuperación de su hija y se dedicó a proyectos más pequeños o relacionados con libros. Este punto abrió una nueva etapa, tanto en términos laborales, como familiares y personales, incluyendo un viaje a Francia para completar la rehabilitación de la niña (ahora de 22 años y recuperada completamente), ya que en Chile se había terminado la cobertura médica del seguro escolar. Un viaje que decantó en que sus hijos decidieran continuar su vida en Europa, por lo que hoy Geraldine comparta su tiempo entre dos continentes, con proyectos activos a ambos lados del Océano Atlántico.

Encuentro con el silencio

Portada de "Saba", de Rabindranath Tagore. Editada por Planeta Sostenible e ilustrada por Geraldine Gillmore

Portada de “Saba”, de Rabindranath Tagore. Editada por Planeta Sostenible e ilustrada por Geraldine Gillmore

Cuando Geraldine Gillmore recibió la propuesta de Editorial Planeta Sostenible, su primer desafío, destaca, fue afrontar en imágenes el tema del silencio. Para lograrlo decidió avisarles a quienes estaban con ella en ese momento en la casa en el campo en Chile, que al día siguiente ella no emitiría sonido alguno.

“Desperté en la mañana con esa sensación que uno tiene cuando hace ayuno, cuando uno adopta un hábito que te cambia para siempre. Instintivamente me aislé un poco, porque no podía participar en las conversaciones, y descubrí que me sentía más feliz pintando la naturaleza como una forma de meditación. Eso era lo que me hacía sentir más conectada… empezaron a salir sonidos de animales, aves, insectos, que hablan el mismo idioma que tú, que es de no-palabras”, reflexiona Geraldine.

Pero otro desafío fue lograr la expresividad de la protagonista y adentrarse en la iconografía hindú, para lo cual aprovechó su estadía en Francia para recorrer museos relacionados con India. “Ellos trabajan con fondos muy libres y sueltos, estas manchas dan cuenta generalmente de la naturaleza: ríos, bosques, desiertos, sobre ellas van los animales y la figura humana, esta vez la línea será más exquisita, delicada y fina”, explica. Agrega que otro detalle importante en este sentido es la posición del cuerpo, algunas veces se muestran “mudras” que son gestos sagrados que se hacen con las manos con distintos significados, siempre con la espalda muy derecha para que entre el flujo de la luz.

“Este estudio me sirvió mucho para mostrar emociones relativas a la calma. Porque si bien la historia no tiene nada de neutra, en la sabiduría de la India y lo que creo que trata de representar Tagore, es siempre conservar ese eje de equilibrio aunque el exterior o tu cuerpo estén en conflicto. El cuento en sí mismo nos llama a buscar ese equilibrio personal a pesar de todo, y Saba lo comprende muy bien”, comenta.

Por todo este trabajo y camino recorrido, Geraldine asegura que con “Saba” logró hacer un libro que le gusta de manera completa, un aprendizaje tanto en términos profesionales como personales en el proceso. Y afirma sentirse agradecida: “Soy honrada de poder haber hecho algo para un maestro tan maravilloso como Tagore, que es capaz de unir el cielo y la tierra, lo místico y lo humano. Tuve el honor de poder estar íntimamente con él y poder trabajar juntos aunque él no esté”.

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