Kadir van Lohuizen: "En mis inicios pensaba que podía cambiar el mundo con mis imágenes" – Planeta Sostenible

Kadir van Lohuizen: "En mis inicios pensaba que podía cambiar el mundo con mis imágenes"

El fotógrafo Kadir van Lohuizen ha cubierto conflictos en varios países del mundo, pero quizás es más conocido por sus proyectos de larga data, como los siete ríos del mundo, el incremento del nivel de los océanos, la industria de los diamantes y la migración en América. Ganador de numerosos premios, este profesional proveniente de los Países Bajos, es hoy miembro del equipo supervisor de World Press Photo Foundation. A continuación, la entrevista en exclusiva realizada por el también fotógrafo chileno, Hernán Azócar, para Planeta Sostenible.

– La función e impacto del fotoperiodismo en la era de internet son obviamente muy diferentes a lo que eran a inicios de los setenta, cuando la foto de una niña vietnamita como Kim Puc, que huía de las bombas de napalm pudo sacar al mundo entero a la calle para condenar los crímenes de guerra. El fotógrafo español Joan Fontcuberta habla incluso de una “bulimia visual” o de un “tsunami de fotos” circulando en la red. ¿Cómo ves tu papel en un mundo que parece haberse vuelto insensible a cosas que siente que no puede evitar que sucedan?

Llevo ya unos veintinueve años en esta actividad y en efecto, he visto muchos cambios, el principal quizás sea el de análogico a digital. Vivimos en una era visual y claro, se nos bombardea a diario con imágenes, entonces tienes que encontrar tu papel como fotorreportero. Lo que diferencia a un fotógrafo o fotógrafo de prensa de un aficionado, dado que hoy en día todos son fotógrafos y todo el mundo tiene un teléfono que toma fotos de gran calidad, es probablemente que el fotógrafo de prensa adhiere a una ética periodística, una ética que no voy a explicar aquí, pero que hace una gran diferencia. Personalmente, me veo más bien como un narrador visual, lo que significa que a menudo estoy trabajando en historias, en proyectos de largo aliento, más que en imágenes sueltas, algo que obviamente exige un cierto entrenamiento y una experiencia que solo se adquiere con los años.

Entonces creo que todavía hay lugar para el fotoperiodismo. Si tomas la imagen que se hizo viral esta semana, la del embajador ruso asesinado a tiros en Ankara, ves que no fue un video sino una imagen fotográfica la que se hizo viral y llegó a millones de personas.

Las predicciones sobre la desaparición de la fotografía es algo que vengo oyendo desde que empecé a trabajar en esto. En realidad, no sé, creo que la niña vietnamita tuvo un impacto y tal vez pudo cambiar la opinión pública internacional, pero así también hay imágenes de Irak de Chris Hondros que han hecho lo mismo. En realidad no sé si es verdad que ya no nos impresione nada porque estemos más acostumbrados que antes . El problema es que hoy no hay pausa; si abres cualquier medio periodístico al despertarte en la mañana, te encuentras siempre con que algo importante ha pasado. Esto tal vez era diferente hace 20 años.

En mis inicios pensaba que podía cambiar el mundo con mis imágenes. Ahora soy tal vez menos idealista en este respecto, que es algo que me ayuda a mantenerme en esta profesión, porque de lo contrario, tiraría la toalla.
La ventaja de internet es que puedes llegar a una mayor audiencia. Cuando trabajaba en analógico y tenía que procesar mis negativos, escanearlos o mandar las fotos por correo aéreo, mi alcance era más limitado y ahora eso ha cambiado.

Creo que también hay aspectos negativos de internet, el principal problema hoy en día son las fake news. Hay todo un debate sobre las noticias falsas, la gente hoy publica lo que se le antoja, cosas que nos llegan sin verificación ni equilibrio, ése es principal problema, qué creer y qué no creer, lo que es verdadero y lo que no. Las imágenes son sacadas de contexto, y aunque esto también pasaba antes, ahora sucede a gran escala, ahí tienes lo que pasó en la campaña de Trump, donde se usaron imágenes del pasado para hablar del presente.

Bangladesh. (c) Kadir van Lohuizen.

Bangladesh. (c) Kadir van Lohuizen.

-¿Cuál es el hilo conductor que relaciona dos de tus proyectos más importantes, “Via Panam”y tu exposición “Where will we go?” ¿Puedes explicarnos qué te movió a elegir justamente estos temas?

Ese hilo conductor tiene que ver con una búsqueda de contexto. En el pasado sentía que a veces me faltaba ese contexto en mi trabajo y creo que particularmente en estos tiempos necesitamos contexto. Lo que quiero decir es que trato de investigar y buscar una explicación a por qué suceden las cosas.

Cubrí una serie de conflictos en África, concretamente en los noventa: Mozambique, Angola, Zaire, Sierra Leona, Liberia, entre otros. El problema que tenía con mi trabajo era que solo retrataba la guerra, sin explicar porqué se peleaba y qué se escondía detrás. Durante los conflictos africanos profundicé en el tema de los recursos minerales, hice un importante proyecto sobre la industria del diamante, que de alguna manera probó que esa industria sostenía las guerras, porque con diamantes se compraban armas, y que nosotros en Occidente éramos parcialmente responsables de estas guerras, porque somos los consumidores de esos diamantes.

Al igual con Via Panam, que se basaba en la misma búsqueda. Aunque han pasado algunos años, ya entonces había mucha negatividad sobre la migración, especialmente en Europa y en Estados Unidos. Tú sabes tan bien como yo que la migración es tan antigua como la humanidad misma. No hay nada nuevo sobre migración, siempre ha sucedido y si retrocedes lo suficiente en tu árbol genealógico, siempre vas a descubrir que tus raíces están en un lugar más remoto que el país donde vives actualmente. Entonces concluí que si quería mostrar lo normal de la migración, que era lo que básicamente quería hacer, y contar las historias de la gente, por qué emigraban, las elecciones que hacían, en qué dirección iban, las dificultades que experimentaban, lo que significa separarse de la familia, etcétera, tenía que hacerlo en las Américas, porque este continente está poblado principalmente por inmigrantes.

Mucha gente me preguntaba porqué no lo hacía en África o Europa, donde el tema está mucho más presente. Lo que en realidad quería hacer era mostrar una perspectiva diferente, porque la migración es buscar una vida mejor, pero también se trata de sacrificios, sobre la esperanza de darle a tus hijos una vida mejor y mucho más.

Cuando se desató el problema de los refugiados en Europa, dudé mucho en partir hacia Grecia o a Europa del Este, pero sentí que como periodistas o fotógrafos tenemos la gran responsabilidad de no repetirnos en los temas. Si todos van a Mosul, porque Mosul está en la mira, si todos vamos a Lesbos, a esperar la llegada de los refugiados, no siento que esté contribuyendo en nada, no siento que tenga nada nuevo que decir.

Lo que sin duda ha cambiado en el fotoperiodismo es justamente que ahora hay un montón de fotógrafos y muy buenos y eso es una gran diferencia en comparación a hace 20 o 30 años.

Entonces, creo que solo te puedes sostener si eres único y original en tu manera de abordar los temas. El periodismo tiene que ver con poner cosas nuevas en la mesa, en informar a la gente sobre cosas que desconocía. Esa es nuestra tarea y es como debemos pensar, en cómo hacerlo adecuadamente.

En cierta manera, el proyecto Where will we go (http://noorimages.com/project/rising-sea-levels/) también habla sobre migración y refugiados. El calentamiento global va a ser uno de los problemas más serios en el futuro, porque los desplazados climáticos van a constituir el grupo más grande de refugiados, a una escala que superará ampliamente las cifras que estamos viendo ahora.

Los proyectos se dan a partir de lo que te encuentras en el camino, tienen que ver lo que te interesa y con tu propio origen. El proyecto Where will we go se dio también por el hecho de que soy holandés y como todos los holandeses, tengo algo de conocimiento de lo que significa vivir bajo el nivel del mar.

Via Panam. Perú. (c) Kadir van Lohuizen.

Via Panam. Perú. (c) Kadir van Lohuizen.

-El recién elegido Donald Trump va a asumir la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero de 2017. Trump ha negado reiteradamente el calentamiento global, declarándolo una fantasía, un embuste difundido por los chinos, e incluso una onerosa forma tributaria. Por otro lado, los científicos afirman estar “extremadamente alarmados” con las temperaturas actuales del Ártico. ¿Hemos superado ya el punto sin retorno?

Me parece increíble que este hombre haya sido elegido presidente de Estados Unidos, y seguramente no soy el único que piensa así. Igualmente inconcebible es que todavía haya gente que niega que la especie humana tenga alguna influencia en el cambio climático. Creo que ya estábamos en el punto sin retorno. Lo que finalmente se negoció en París fue conseguir que la temperatura global no subiera más de dos grados y en lo posible, 1,5 grados, que todos sabemos ya es demasiado. Quiero decir, que si logramos reducir el calentamiento, el proceso se va a ralentizar pero no lo podremos revertir. Los glaciares y casquetes de hielo se van a derretir, la cuestión ahora es cuán rápido va a suceder. Entonces, vamos a tener que actuar. Espero que la mayoría de la gente se dé cuenta que ya no puede quedarse sentada y relajarse pensando que todo se va a arreglar, porque no es así.

En realidad, es solo cuestión de si determinadas regiones del planeta se van a inundar en veinte, cincuenta o en cien años, porque va a suceder. Es irreversible.

Ahora bien, obviamente con Trump convertido en presidente y con el gerente general de ExxonMobil en su gabinete de ministros, el panorama va a ser dramático, porque si Estados Unidos no actúa, esto va a tener consecuencias para el mundo entero. La verdad es no soy muy optimista (risas).

-¿Hay alguna historia que te haya impactado particularmente entre los testimonios y experiencias que conociste durante el tiempo que estuviste viajando para este proyecto?

Fue justamente cuando estaba haciendo Via Panam que me involucré en este proyecto, porque tuve que volar de Panamá a Kuna Yala, en las islas de San Blas y al llegar allí la gente local me contó que la iban a evacuar. En ese momento no tenía idea de qué hablaban, hasta que me explicaron que tenían que evacuarlos por la subida del nivel del mar. Fue cuando me di cuenta por primera vez que esto no iba a pasar en veinte o en cincuenta años, sino que estaba pasando ahora y que hay regiones del mundo que se están inundando en este momento, mientras tú y yo hablamos.

Asumimos que el problema va a comenzar cuando ciertas regiones se inunden permanentemente, pero el problema empieza obviamente mucho antes, porque antes de la inundación permanente y definitiva, tienes inundaciones frecuentes, y eso supone para muchos campesinos, para mucha gente que vive de sus cultivos, que si el terreno se ve constantemente acechado por el agua de mar, el suelo se vuelve salino y ya no se puede plantar nada. Además de que el agua potable se vuelve un bien escaso, porque la sal acaba también por hacer imbebible el agua de las reservas.

Para este proyecto busqué específicamente las regiones de mayor urgencia actualmente, no solamente Kiribati, Fiyi u otro lugar en el Pacífico, sino que también Boston y Miami por esta misma razón.

Si me preguntas por historias en particular, te puedo hablar de Kiribati, una nación en el Pacífico sur, con un tamaño considerable en términos de servicios y que se encuentra literalmente en medio de la nada, entre Hawai y Fiyi, con una población de 100 mil habitantes y cuyo punto más alto sobre el nivel del mar es de entre uno y dos metros. Cualquier tierra firme algo más elevada sobre el nivel del mar se encuentra a unos 3 mil kilómetros de distancia. Entonces, estar allí y hablar con gente que te dice que no sabe adónde va a ir, de ahí el título del proyecto, porque realmente no sabe adonde va ir, es impresionante. Primero que nada porque no cuenta con un servicio regular de transportes, ya que todo está demasiado lejos, los vuelos son extremadamente caros, hay un transbordador a Fiyi solo dos veces al año, y porque son una nación.

Porque hasta ahora nadie siquiera había hablado de naciones que van a desaparecer. Kiribati es una nación, como también lo son Tonga, Seychelles, Kiribati, Tuvalu, Salomón, etc. Son todas naciones que van a desaparecer. Entonces, ¿adónde va a ir toda esta gente portadora de un pasaporte de una nación que ya no existe?
Y no hay políticas al respecto, todavía tendemos a tratar esto como problemas locales, que la gente debe resolver a nivel local, sin que haya una agenda internacional que aborde el problema.

Por eso realmente me impactó, que lo que a la distancia vemos como postal, la típica laguna y el mar azul, los cocoteros, cuando te acercas se vuelve el infierno, porque hay muy poca comida, una enorme escasez de agua potable y si hay por ejemplo una tormenta, la gente ahora mismo ya no tiene a dónde ir.

Da miedo… realmente impresiona estar ahí, aunque sea por un par de semanas.

-¿Hay alguna posibilidad de que la exposición Where will we go se exhiba también en Santiago de Chile?

Estoy en conversaciones con la embajada de Holanda en Santiago, para ver la posibilidad de mostrar este trabajo, porque obviamente Chile tiene una de las líneas de costa más largas del mundo, y a pesar de que gran parte del país se orienta hacia los Andes, que están en altura, la infraestructura a menudo se encuentra a nivel del mar, como Valparaíso o cualquier otra ciudad costera, y si se inunda, esto va a tener un gran impacto en el resto del país. Además de los glaciares en Patagonia, que están contribuyendo en gran medida a la subida del nivel del mar.

Comparte Planeta Sostenible

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *